El día empezó bastante estresante por el tema del aceite de la furgo. La noche anterior Manu había localizado un taller que abría en sábado más o menos cerca de donde estábamos alojados, como a 30 minutos. Madrugué mucho para poder estar justo a la hora que abrían para que nos pudieran rellenar el depósito. Allí que me planté el primero a esperar que abrieran. Había unas personas limpiando el taller pero el mecánico estaba haciendo algo en otro lugar y tenía que esperar a que volviera. Al rato llegó un mecánico joven con buena comunicación en inglés, que me solucionó el problema en un periquete, supermajo y supereficiente, eso si, 20€ y solo en efectivo. Un dato interesante que me dijo es que para rellenar de aceite desde la linea de aceite mínimo y hasta la del máximo equivale a casi un litro de aceite, interesante. Para futuros viajes llevaremos una botellita siempre a mano. En el camino de vuelta me vi obligado a hacer una parada en una panadería para comprar unos cruasanes y unos pretzel para celebrar la reparación.
Problema solucionado a tiempo para empezar con nuestro día por las montañas del Val di Funes.
Hoy iba a ser otro día especial, no solo por disfrutar de nuevo con la compañía de Cris y Pilar, sino no que además, habíamos organizado otro encuentro! Carlis, Laura, Silvia, Leo y los padres de Laura, ¡se habían acercado a pasar unos días desde Múnich para que pudiéramos vernos! ¡Qué bien verles de nuevo!
En los primeros días de preparación de este viaje la idea era pasar por Múnich para hacerles una visita, pero siendo realistas, para disfrutar Dolomitas un poco más en profundidad necesitas bastantes días por lo que tuvimos que modificar el plan y no pasar por Alemania.
Quedamos en el aparcamiento donde comenzaba la ruta en Malga Zannes. Nosotros fuimos todos juntos en la furgo para no tener que mover los dos coches. Tras 15 minutos de carretera lenta con curvas llegamos a las zona de aparcamientos y vimos que ya había una cola de coches importante y empezó la tensión por si nos quedábamos sin sitio. Si te quedas sin plaza para dejar el coche, tienes que volver al pueblo de abajo, aparcar ahí y subir en bus, un lio. Cuando llegamos a la barrera por suerte pudimos pagar lo que significaba que nos asegurábamos un hueco para aparcar. Lo que me sorprendió es que el señor de la barrera me habló directamente en alemán y no en italiano, pero es que en esta zona de Italia pegada a Austria, conocida como Tirol del Sur, tienen el alemán como lengua oficial.
Dejamos la furgo en el aparcamiento más alejado de la entrada, aun quedaban sitios, pero se estaba llenando rápidamente. No sabíamos si Carlis and family ya estaba allí o no, no había cobertura de móvil y yo me había dejado el móvil en el apartamento. Por suerte apareció su furgo Multiván bicolor y aparcaron a nuestro lado casi en el último sitio libre.
Después de unos cuantos besos y abrazos y de prepararnos todos, comenzamos la ruta que empezaba fuerte. El inicio era un subir y subir, así por lo menos la primera hora, eso sí, por una pista bastante ancha y cómoda. Hoy Dani ha ido andando mucho rato, le hemos animado/obligado y bueno, entreteniéndole un poco con la ayuda de Pilar ha logrado hacer toda la ida andando, lo ha hecho muy bien. La primera parada la realizamos al lado del refugio Glatschalm ubicado en una gran pradera verde, donde paramos en una sombra a hidratarnos y tomar un pequeño almuerzo mientras los niños escalaban una roca.
El siguiente tramo ya hasta el refugio Malga Casnago y punto más alto de la ruta, se hizo un poco largo, pero el paisaje y el entorno superbonito. El macizo de Odle es impresionante. La ruta se va acercando poco a poco a la falda de las montañas hasta que las tienes justo encima. Los últimos minutos hasta el refugio se nos hicieron bastante pesados, a paso de niño se tarda mucho más de lo normal y parece que no llegas nunca. El refugio está en lo alto de un collado con todas las montañas de fondo. También hay una zona con tumbonas para relajarte contemplando unas vistas espectaculares de todo el macizo y un parque infantil muy chulo que nos vino muy bien para que los niños recuperaran fuerzas y alegría para la bajada.
Cruzando puente de madera
El impresionante Macizo de Odle desde las tumbonas
Por suerte pudimos comer en el refugio, éramos muchos y parecía difícil, pero nos pusieron una mesa redonda grande y pudimos disfrutar de unos ricos platos tradicionales del Tirol del Sur en un lugar perdido de los Dolomitas.
Después de comer un último ratito al parque y a bajar al aparcamiento de nuevo. En este caso la ruta era circular, el camino de vuelta era por pistas cómodas para andar rodeados de un gran bosque. Era una larga bajada y con bastante pendiente Dani no paraba de derrapar, caerse, y negarse a seguir. No nos quedó más remedio que a ratitos ir porteándole. Se hizo bien, cómo vas hablando con unos y con otros pues tan ricamente. Esto en solitario sin tan buena compañía, habría generado más de una discusión en nuestra familia.
Porteando al mediano
Una vez abajo nos acercamos a una cafetería que había en el aparcamiento y allí terminamos la tarde con unos helados mientras los niños jugaban en una zona infantil. Un fin perfecto para un día cansado pero muy guay. Con tristeza por la despedida de los muniqueses, pero con ganas de volver a verles pronto.
En nuestro regreso al apartamento paramos de camino en la iglesia de San Juan, uno de los puntos más fotografiados de los Dolomitas. Es tan visitado que incluso te cobran unos eurillos para poder acercarte a hacerle una foto con mejor perspectiva.
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