Passo Pordoi es un puerto de montaña, un clásico en el Giro de Italia de ciclismo que está a 2200m de altitud. Para llegar desde Canazei (1450m) hay que ir por una preciosa carretera de montaña con decenas de curvas. Habíamos comprado Viodramina por si este tipo de carreteras nos mareaban, pero nada, como se va despacito y vas mirando el paisaje no te mareas, al revés lo disfrutas infinito. Algo increíble en los Dolomitas es que cuando llegas a un puerto de montaña como este, las vistas son impresionantes. Moles de roca de mineral dolomía que ascienden casi verticales, es una barbaridad. Salvo en Patagonia no habíamos vuelto a sentir esta sensación de sentirte pequeño, es alucinante.
Llegamos bien de hora, aparcamos en el aparcamiento de pago, hicimos unos bocadillos rápidos y nos pusimos en marcha. La ruta era sencilla, empezaba con una cuesta de unos 250m de desnivel y una vez que llegabas al refugio de Fredarola el camino se convertía en un llaneo por una pista ancha con algunas cuestas pero bastante fácil de hacer. Álex iba en la mochila de porteo con Manuela, Dani en la mochila grande a mi espalda y Samu como un buen futuro scout montañero, andando todo el camino.
Como cambiamos de día la excursión, coincidimos en la ruta, un día antes de lo programado, con Cris y Pilar, mi ranger y mi lobata favoritas, que por pura casualidad, han venido a Dolomitas las mismas fechas que nosotros. Desde Madrid organizamos nuestros viajes para poder pasar un par de días juntos. El encuentro en principio iba a ser esa noche, pero tras mandarnos un mensajito comprobamos que estábamos en el mismo lugar en el mismo momento. Así que cuando por fin llegamos al refugio de Viel Dal Pan, el punto final de nuestra ruta y mirador del macizo de la Marmolada, ya estaban esperándonos.
La verdad es que como progenitores de tres niños que llevan más de 2000 kilómetros conducidos compartiendo conversaciones solo entre nosotros, encontrarnos con alguien conocido en un lugar tan increíble como este es simplemente genial. Y si encima quieren tanto a tus hijos como
ellas quieren a los nuestros pues no se puede pedir más, una gran
alegría y descanso mental enorme.
Antes de empezar el camino de regreso nos tomamos allí un pequeño almuerzo y un
riquísimo trozo de tarta Sacher que desapareció en segundos. La vuelta se hizo muy amena charlando tranquilamente. Y a pesar de que el camino de regreso era el mismo que habíamos recorrido a la ida, las vistas se disfrutan desde otra perspectiva y son igual de impresionantes.
De vuelta en Passo Pordoi comimos y bebimos un poco de agua fresquita y proseguimos nuestro periplo de hoy que aun nos quedaba muchísimo por hacer, desde este punto de nuevo en solitario hasta esta noche que nos encontraríamos con nuestras compañeras de viaje de nuevo.
De camino hacia Ortisei, nuestro siguiente destino, había un punto en Google Maps que se llamaba Sendero de las Marmotas, donde en teoría se podían ver marmotas en libertad. Como estaba de paso paramos a probar suerte. No la hubo, era medio día y hacía mucho calor y las marmotas estarían marmoteando echándose una sistecilla. Aun sin marmotas el sitio es muy chulo, montañas altas, paredes de escalada, una cascada y un riachuelito donde descansamos y los chicos se remojaron los pies un ratito.
Unas cuantas curvas después llegamos a Ortisei, un bonito pueblo de montaña, tranquilo, rodeado de montañas y bastante pijillo. Desde aquí se puede acceder a otra zona increíble de Dolomitas, solo hay que subirse a un larguiiiisimo telecabina que te sube a Alpe di Suisi, la pradera más alta de Europa. Primero había que aparcar que no fue fácil, todo de pago y muy caro, pero bueno, como no íbamos a estar mucho tiempo, pues a pagar y listo. Después dimos un paseo por el pueblo donde nos comimos unos heladitos y nos compramos unos bretzel en un sitio de productos típicos de la región.
Regresamos a Ortisei a por la furgoneta y ya sí que sí rumbo a nuestro próximo alojamiento en Santa Magdalena, donde compartiremos dos noches con Cris y Pilar. El alojamiento elegido para estos días era una granja-alojamiento rural. En esta zona de los Dolomitas, bueno en todas, hay muy poco alojamiento, y el precio es extratosférico, pero un día en una de mis búsquedas preparatorias, apareció este alojamiento que era bonito, barato y con una situación inmejorable. En el edificio principal había varias habitaciones y apartamentos y en el edificio de al lado, las vaquerizas y el gallinero, todo ello en un entorno espectacular y con un olorcillo a animales y a campo bastante curioso.
Aparcamos la furgo y buscamos a alguien que nos recibiera para poder acceder al apartamento, pero no vimos a nadie. De repente se abre una ventana de la planta baja del edificio principal y se asoma una señora bastante mayor recién salida de la ducha con una toalla puesta por el cuerpo y otra en la cabeza enrollada hablando como enfurecida en un lenguaje incomprensible. La primera toma de contacto no fue muy buena, no estábamos seguros si estaba enfadada o solo que hablaba en alemán, pero una vez salió ya arreglada y vio a Álex, se le pasaron los males. Nos dio las llaves de nuestro apartamento, subimos todas nuestras pertenencias y nos fuimos a ver a los animales y a disfrutar de las vistas y del atardecer.
Por la noche ibamos a ir a comprar algo de cenar para llevarlo al apartamento, pero al coger la furgoneta... se nos encendió la luz de nivel bajo de aceite... Ya habíamos visto que el nivel estaba un bajito pero no nos esperábamos que bajara tanto... gran problemita que solventar para mañana... al final ni comprar cena ni nada, sobras que teníamos en la nevera y a dormir.
Para mañana tendríamos plan especial también. Una excursión más larga y exigente pero con muchos más invitados especiales!
No hay comentarios:
Publicar un comentario