miércoles, 31 de octubre de 2018

Japón día 6. Nara

Nuestra primera noche en Osaka no ha estado mal, hemos descansado un poquito más. Samu sigue malito pero sigue activo y con fuerzas, así que, con moco colgando, nos hemos ido a ver ciervos. Qué mejor manera para curarse que haciendo una de las cosas que más le gusta, ver animales.


El hotel no tiene ningún tipo de cortina opaca o persiana, así que a las 6 ya era de día, pero hemos logrado aguantar unas horitas más. Tranquilamente hemos desayunado y hemos salido a coger el metro. Por suerte, la línea que va a Nara, pasa a menos de 100 metros de nuestro hotelito. En 40 minutos llegamos a la estación de Nara y cogemos un autobús para subir a lo más alto del recorrido. Todo este complejo de templos y parque está en la ladera de una montaña, en pleno bosque. Como no queremos estar mucho tiempo, hemos pensado en quitarnos la cuesta arriba y así ir más ligeritos. Nada más subir al autobús empezamos a ver los primeros ciervos.


Ya estamos en Nara


Nos bajamos del autobús para visitar el primer templo, Kasuga Taisha, y tener el primer contacto con los ciervos. Un camino va ascendiendo hacia el templo rodeado todo de faroles de piedra cubiertos de musgo. Los ciervos están por todos lados, por ahora, tranquilos a su aire, en esta zona aun no venden galletitas y no están con ansiedad. No venos mucho la verdad, subimos un poco y como había muchas escaleras pronto nos damos la vuelta para ir al siguiente.


Puerta torii


Farolillos


Primer contacto cara a cara


Entrada del templo


En el templo


El mismo camino que antes subíamos, ahora lo bajamos pero hasta mucho más abajo. Ahora el camino es más ancho y hay menos faroles, pero como sigue metido en el bosque es muy bonito, y ya los ciervos le dan el toque perfecto.


Camino bonito


Ciervos


Manuela se dispone a comprar las primeras galletitas de ciervo. Tras un mordisco de uno a la mochila logra sacar el dinero, pagar, coger las galletas y huir de los seis ciervos que le acosaban con sus hocicos. Un poco más abajo, lejos de los ciervos locos, un pequeñín distraído fue el ciervo elegido para la primera toma de contacto. Fue muy bien. Samu es ya un experto en dar de comer a animales. Le encanta, y si ya le chupan la mano... no le da nada de miedo y eso que ya le mordió una cabra sus minidedos una vez en Múnich.


Manu después del mordisquillo


Galletas de ciervo


Primer cervatillo alimentado


Segundo cervatillo pacífico 


Tras un paseín amenizado por dar de comer a todos los ciervos que veíamos pacíficos, llegamos al segundo templo de hoy, Todai-ji. Lo primero que te encuentras es una enorme puerta de madera de 20 metros que lleva ahí junto las dos estatuas de su interior más de 800 años.


La gran puerta


Una vez pasada esta puerta llegas a un camino que te dirige hacial el templo lleno de ciervos y de humanos. Accedes al recinto cerrado del templo por un lateral y nada mas pasar la taquilla se ve el templo. Es enoooorme todo de madera, es alucinante, por supuesto, es el edificio de madera más grande del mundo, digo yo que en volumen, porque si hemos visto el más largo y el más alto... Cuando te vas acercando, entras al salón Daibutsuden y ves el Gran Buda que va casi de suelo a techo, pues ya te quedas sin palabras. 15 metros y cientos de kilos de bronce. A ambos lados del buda hay otros dos más pequeños dorados.


Llegando al templo en manada


Primera visión del Gran Salón 


Foto familiar


El Gran Buda


Último ciervo alimentado


Ya decidimos volver al metro para ir a Osaka de nuevo, pero en lugar de ir por la calle fuimos por el parque. Como íbamos un poco desorientados no encontramos con el último templo del día, Kofuku-ji.


Parque con ciervos


Pagoda


Templo


Ciervo triste porque nos íbamos 


Lo vimos un poco desde fuera, no entramos a ninguna sala. Samu estaba dormido y queríamos volver para comer cerca del hotel e ir alli después a echarnos la siesta y ya casi ni salir hasta mañana.


Y al final así ha sido, toda la tarde dormitando hasta que a última hora de la tarde se ha animado un poco más después del baño.

He bajado yo un segundo al súper de al lado a comprar leche y unos fideos instantáneos y un poco de fruta que ya nos hemos cenado. Ahora a subir la entrada y a dormir que mañana madrugamos para ir.... a la playa! Nos vamos a Okinawa! A ver si la playa acaba con el virus!

Japón día 5. Osaka

Ya mejor no hablamos de las noches jejeje. Pobre Samu, ha tenido fiebre toda la noche y ahí sigue. Pero bueno, esta activo y ha tomado un poco de sopa a la hora de comer y un postrecito, que a eso nunca dice que no, como su padre.


Día de transición. Al final hemos venido directamente a Osaka. Pero lo bueno es, que si mañana Samu se levanta bien, también podemos ir a Nara desde aquí, a ver si hay suerte, que seguro le va a encantar.

Hoy hemos tenido que madrugar un poco porque aquí tienes que dejar los hoteles a las 10 y teníamos un poco de desorden. La ropa que habíamos lavado, los juguetes de Samu, pañales, cables y cargadores... y para hacer esto con Samu despierto, requiere su tiempo. Como está malo solo quiere estar con Manu y le deja a la pobre agotada y anulada.

Cogimos el metro desde el hotel hasta la estación central, ahí, un tren rápido hasta una estación al norte de Osaka. Y ya por último otro metro más hasta la estación de Namba, muy cerquita del hotel. Nada más salir se puede ver que Osaka es todo lo contrario a Kyoto. Esto es más caos, más gente de mediana edad, mas gente moderna,pelos teñidos, vagabundos... en Kyoto solo había abuelos/as y niños con sus madres.

Al lado del hotel son todas las calles galerías cubiertas llenas de tiendas y de puestos de comida callejera y restaurantes. Todo decorado con calabazas y motivos varios de Halloween. Como Samu estaba dormido en el carro, hemos dado una vuelta por un centro comercial buscando algún libro para comprarle. Cuando se ha despertado hemos comido unas brochetas de pollo, arroz y sopa de miso. Luego hemos ido a una zona con juegos para que desfogara y se distrajera un poco. 

Calles cerca del hotel


Restaurantes con la comida, de cera, expuesta en el mostrador


Samu jugando


De vuelta al hotel para registrarnos, hemos pasado por una tienda de tartas japonesas. Es una cadena de tienda donde hacen, en el mismo local y puedes ver como las hacen, las tartas de queso más ultramegaesponjosas del universo. Se compran por tartas enteras, serán como de 20cm, no muy grandes. cuestan 700yen, 5,50€.


Tienda de la tarta 


Logo-señor de la tarta


Nada más llegar a la habitación hemos devorado entre los tres la mitad. Riquísima, exquisita. Me la habría comido entera, tan esponjosita, mmm. Ojalá pudiera llevaros a todos los que compartís afición por los postres... 


La tarta


Un cuarto menos


Necesitábamos un ratito de descanso así que nos hemos quedado un rato tranquis en el hotel para salir a dar una vueltecita cuando se vaya el sol y se enciendan las luces de las calles. Samu se ha echado otra siesta, está agotado de la fiebre.

A media tarde, aquí ya de noche cerrada salimos a dar un paseín. Tras cruzar una calle grande llegamos al barrio de Dotonbori. Una mezcla de neones, música, gente, comida callejera, perfumerías, tiendecillas... parece mentira que sea el mismo país al que llegamos hace unos días. Hemos probado el takoyaki, una comida típica de Osaka que es como una bola de tortita con un trozo de pulpo en el centro y cubierto de unas salsas. La verdad es que tenia buenas expectativas, peero ha sido decepcionante. Las salsas le quitaban todo el sabor a la salsa y al final era como comer una bola de masa medio echa con un chicle duro en el centro. No se si habrá sido mala suerte o que soy muy exigente. Ya lo haré yo en casita con pulpo gallego jiji


La calle de los neones


Edificio noria


Neones


Cangrejo


Peces globo y sushi


Eligiendo bolita


Duda entre esta


O esta


Sacando bolita


Al final, esta


Pulpo


Takoyaki

 

Casi al final se encuentra el neón más famoso, el de Glico Man, es una de las cosas más simbólicas de Osaka. Luego nos metimos por una callecita comercial llena de gente, con tiendas de marcas internacionales y muchas perfumerías. No sabemos que pasa, pero está llenito de ellas esta zona.


Glico Man


Cutre selfie con Glico


Calle comercial


Y poco más, vuelta al hotel, cenar algo y acostar al pobre Samu que sigue malito. A ver mañana qué tal.

lunes, 29 de octubre de 2018

Japón día 4. Kyoto 3

Otra noche más, no muy buena tampoco, pero bueno. Se sufre en silencio como siempre, y a empezar el día.


Nuestra primera visita para hoy era el santuario sintoísta Fushimi Inari-Taisha. Un lugar imprescindible que visitar en Kyoto. Después de coger el metro hasta la estación central y un par de paradas más de tren, llegamos a la base de las montañas donde está ubicado el santuario. Primera misión, encontrar unas taquillas para dejar el carrito. La caseta de información estaba cerrada, solo había un cartel en medio ingles que decía que había en el hotel. Había dos edificios que podían ser hoteles, pues como no, era el segundo al que fuimos. Un sitio casposillo pero que tenía libre una taquilla de tamaño grande donde entraba el carro de Samu justito, menos mal. Empezamos a subir y había bastante gente pero bien, a veces incluso si tenías paciencia podías hacer fotos sin gente. El sitio impresionante la verdad. Nada más cruzar la enorme puerta de entrada, empieza el santuario y seguido, un camino que sube hasta lo alto de la montaña todo el rato atravesando puertas torii naranjas, muchas, muchísimas, y eso que solo subimos hasta la mitad del recorrido. Entre subir escaleras con Samu de la mano, llevarle en brazos y acarrearle en la mochila, suficiente, un palizón. 


Entrando en el templo


Tocando la campana


Primeros toriis 


Más toriis


Cu cu tras


Últimos toriis de salida


Tras bajar, recuperar nuestro carrito y posar a Samu para que siguiera con su siesta de antes de comer, cogimos el metro para ir al barrio de Gion, el barrio de las geishas, a ver otro templo y a comer en esa zona. Hoy tocaba comer udón, un fideo de harina de trigo muy gordo y largo con un caldo de sabor peculiar. Primero echas al caldo unas verduritas y unas semillas de sésamo al gusto, y después, ya puedes echar el primer udón. Lo remojas bien y  lo sorbes, si es con ruido, como las abuelas japonesas que teníamos al lado, mejor. El sitio estaba muy bien, muy simpáticos y atentos, y con cubiertitos y cuenquito para Samu. Eso si, había cuatro platos para elegir y todos eran udón, pero eso era lo que queríamos probar.


Paseando por El barrio de Gion


Más Gion


Samu comiendo udón


Sin poder terminarnos el pedazo de cuencazo que nos pusieron, seguimos nuestro paseo sin saber muy bien por donde ir. Nos metimos por unas calles pequeñitas en cuesta con unas tiendas de artesanía, y otras, de comidas y dulces, muy bonito y cuidado. La verdad es que no había demasiada gente, y eso que íbamos hacia unos de los templos mas visitados de Kyoto, el Kiyomizu-dera y de paso al Zenkōjidō. Pero había un motivo de la falta de multitud, no habíamos llegado a la calle principal, esa si que estaba a tope, llena de grupos de turistas con banderita y de niños en uniforme, pero eso si, igual de bonita y con el mismo tipo de tiendas que la otra. A la mamá de Samu se le ocurrió la genial idea de comprarle a su hijo un artilugio del horror que al agitarlo hace ruido. Pues nada así hemos ido durante las dos horas siguientes, dandole sin parar a la maraca esa. Por suerte la gente se giraba y se reía, salvo el padre de la criarura que armaba el escándalo, que no podía aguantarlo.


La calle chula de las tiendas


La calle llena de gente


Samu con la guía de Japón y el instrumento musical del diablo


Subimos hasta los templos pero sin entrar. El edificio principal del Kiyomizu-dera está en obras y con un andamio y parece que no puedes acceder a la terraza, que era lo mejor, así que una vueltecita, unas fotitos y nos bajamos para volver al hotel a descansar un poco.


Templo


Pagoda


Templo con andamio


Panorámica de Kyoto 


Antes de ir al hotel hicimos una parada en un area de juego que había al lado del hotel. Samu se lo ha pasado muy bien, necesitaba un ratito de tobogán y de juegos. En esta ciudad no hay parques para niños o no nos hemos topado con ninguno por lo menos.


Samu jugando con miles de bolas de madera


Toboganeando


Practicando adherencia 


Por la noche íbamos a ir a cenar con un primo de Manu y su mujer que justo estaban de viaje de novios por aquí, peeero Samuelín se nos ha puesto malito. Llevaba todo el día con mocos y tos, y después del baño, le ha empezado a subir la fiebre bastante... pobriño. Así que anulamos todo y nos quedamos tapaditos con el edredón y bien de paracetamol. A ver si mejora rápido, que suele ser lo habitual, y volvemos a la normalidad. Mañana íbamos a Nara, pero si se levanta con fiebre, iremos a Osaka directamente al hotel y a la camita. No me he extendido mucho en el post de hoy, no había ánimos...


Mañana os contamos novedades.