domingo, 15 de noviembre de 2015

Patagonia día 2. Santiago de Chile

Tras 19 horas entre vuelos y escalas llegamos por fin al aeropuerto de Santiago. Si parecen pocas las horas invertidas hasta aquí aún nos quedaba una hora larga para pasar el control de pasaportes y a continuación el de aduanas un rollo la verdad, pero bueno, ya estábamos allí.

Rápidamente esquivamos a los taxistas y touroperadores de la salida y fuimos al banco a sacar unos pesos chilenos para poder pagar el bus hasta la terminal sur de autobuses donde teníamos que realizar unas gestiones. Salvo que Manuela quería pagarle al autobusero 30000 pesos en lugar de 3000 nada que comentar.

En unos minutos estábamos en la terminal de buses. Un caos brutal, miles de autobuses, de personas un caos. Empezamos a buscar la compañía donde había comprado los billetes por internet y ni rastro de ella. Pasillos y pasillos de compañías de autobuses con un mostrador cada una cada dos metros. Si no había 50 distintas no había ninguna, una pasada. Pero de la nuestra ni rastro, pero al fin un policía nos dió con la clave y ahí estaba, casi la última en el pasillo donde no habíamos mirado, un clásico jeje. Allí nos esperaba una mujer chilena encantadora, de esas personas que te alegran el día. Nos da nuestros billetes para el bus nocturno de esa noche, nos pregunta si nuestras familias por Europa están bien (por el atentado en París) y nos desea un buen viaje por su tierra. Creo que hasta se emocionó un poco.

Ya con nuestros billetes y con el punto de partida localizado, fuimos a la consigna a dejar la mochila grande para ir más a gusto en nuestro día de turismo por Santiago de Chile.

Empezamos a andar por una de las avenidas grandes, primero pasamos por la Estación Central que ya estaba preparada para la Navidad, luego por el barrio de las ferreterías, por el barrio chino hasta llegar a la Plaza del Palacio de la Moneda. Mucha gente por todos lados aderezado con bien de calor y con un poquito de reguetón callejero.


Paseando bajo el sol de Santiago

Estación Central

Bandera gigante de Chile


Casa de la Moneda

 

Ahora nuestro próximo paso era la Plaza de Armas y de allí al Mercado Central a comer.

De camino pasamos por la calle de las lanas para que Manu se comprara alguna especial chilena.

El Mercado Central es principalmente un mercado de pescado con unas cuantas pescaderías y muchos restaurantes de los que te agobian para vayas a comer a su restaurante. Dimos una vuelta y elegimos uno que Manu había mirado en la guía. Para picar nos pusieron unos panecillos calientes con una salsa picante de cilantro, realmente era de cebolla, tomate y demás, pero única y exclusivamente sabía a cilantro, bueno y a picor también. Y luego de platos, unos calamares al ajillo, que decidieron bañarse en aceite en lugar de saltearse un poco con él, y un congrio rebozado crispy con agregados, o sea se, con papa frita y ensalada. Bien, rico todo, pero un poco demasiada cantidad.

Calle peatonal

Plaza de Armas
 
Catedral de Santiago

Calle de las lanas

Una tienda de lanas con un grupo en clase

Entrada al Mercado Central

Puesto de pescado

Siguiente destino, el Cerro de San Cristóbal. Una montaña en el barrio Bellavista, barrio bohemio y moderarte, donde se puede ver todo Santiago como a mí me gusta, desde arriba. Para subir al cerro cogimos el funicular, que recorre como 300 metros de desnivel en pocos minutos y cero esfuerzo. También existía la opción de subir andando pero después del palizón que llevábamos encima, sumado al calor infernal deshidratador que hacía, no hubo mucho que decir, dos tiquetes ida y vuelta, por favor. La subida es brutal, y las vistas espectaculares. Un día de buen tiempo se tienen que ver los Andes a la perfección, hoy se intuían sólo, pero muy chulo.

Barrio Bellavista

Calle del barrio Bellavista

Fachadas pintadas

Funicular de subida al Cerro San Cristóbal

Cuestón

Vistas de todo Santiago

Una pareja de turistas

A la bajada un poco más del barrio Buenavista, para luego dirigirnos al último punto del día, el cerro Santa Lucía, una montaña más pequeña que la anterior pero en medio de la cuidad. Se sube bien dando un paseo y las vistas molan también, pero nosotros estábamos demasiado cansados y fue subir, fotos y bajar. No nos daba para más el cuerpo.

 

Vistas desde el Cerro Santa Lucía

Para volver pillamos el metro y bastante bien la verdad limpio, rápido y petado de gente como todo. Paradita a comprar viandas para el viaje nocturno y para la estación.

 

Coca Cola de tres litros
 

El bus nos llevará de Santiago a Puerto Montt, en la región de los lagos, para desde allí, alquilar un coche e ir a la isla de Chiloé. Pero eso ya será mañana, ahora, misión imposible en latino y a intentar dormir lo máximo posible para recuperar todos nuestros dolorcillos de turista. Esperemos que la butaca ayude...

 

Asiento salón cama en el bus nocturno

 

2 comentarios:

Unknown dijo...

Deja a la chica que pague lo que quiera... si está generosa... jejejeje
Por supuesto, lanas y cocacola de 3 litros???
Yo tb espero que me alegréis el currele de noviembre!!
Y por supuesto me dais muuucha envidia!!
Pasadlo muy bien!!!
Besis

Anónimo dijo...

descripcion perfecta ,ya en la isla me imagino ireis un poco mas despacio .
bss
carmen(suegra)