Antes de irnos de Castro hemos ido a la playa de enfrente de donde nos hemos alojado para hacer unas fotos y despedirnos de Castro.
Ahora nos separaban 55km de carretera que aquí son como hora y poco de recorrido. Las carreteras no son malas pero hay que ir despacio. De camino hemos ido parando en los pueblos para ver sus iglesias, todas ellas construidas de madera como la de Castro.
Iglesia de Huillinco
A la que hemos llegado a Cucao, hemos ido directamente a hacer una rutita que tenía mirada por aquí, el Muelle de las Almas se llama. Había que ir por una carretera sin asfaltar con muchas cuestas muy empinadas y todo muy mojado. Tras media hora, a dos por hora, logramos llegar al final. Un coñazo la verdad, y claro, todo el camino rezando para que no se nos quedará el mini coche que llevamos allí encallado o pinchado en alguna cuneta, se hizo duró, como somos de ciudad no llevamos muy bien los caminos sin asfaltar, jeje. Por fin llegamos a la casa del dueño de la finca donde está la ruta, discurre por una finca privada. Se pagan 1500 pesos, 2€, y te da una llave para abrir la cancela. Un poco más adelante aparcamos el coche y empezamos.
Hacia un día de perros mucho viento y lloviznando un poco. Pero según avanzábamos la cosa se iba poniendo más chunga hasta el punto de diluviar. A mitad de ruta, hemos decidido abortar misión y volver al coche. El camino ya no era tal, era medio barrizal medio río. Completamente empapados hemos llegado al coche, nos hemos cambiado y nos hemos vuelto. Un poco caca, el sitio tenía una pinta estupenda pero no ha podido ser. Esto nos queda pendiente si alguna vez volvemos por aquí.
Vuelta a Cucao
Otra vez en Cucao, hemos ido ya al Hostel Palafito ver si podíamos entrar ya que aún no era la hora, pero como hacía mal día nos han dejado. El sitio muy chulo, todo de madera con calidades alemanas y muy nuevo y el entorno es una pasada. Este sitio es de los sitios más recónditos donde hemos estado, está como al final del mundo, es increíble.
Después de pasar media tarde en el hostel de repente ha dejado de llover. En cuanto ha parado hemos cogido las cosas y a explorar. Hemos llegado hasta un sitio donde el acceso a la playa a través de las dunas parecía factible y allá que hemos ido. No llovía, pero en el mar si, pero cuando hemos llegado a la arena ha empezado a llover y hemos salido pitando hacia el coche. Cuando hemos llegado ya teníamos toda la parte de atrás empapada. Ya sabemos por qué aquí la lluvia moja tantísimo, es porque siempre sopla un viento fortísimo entonces claro, la lluvia te pega en horizontal y te mojas mil veces más.
Ojalá dure...
Ha molado mucho verla de las dos formas. Sólo por este ratito ha merecido la pena venir hasta aquí.
Ahora a cenar y a dormir prontito. Mañana último día en Chiloé.
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