martes, 19 de agosto de 2025

Europa 2025 día 1. Viaje de ida 1.0

¡Comienza nuestro viaje de verano! 

Después de unos días de vacaciones con amigos y familia, que hemos disfrutado un montón, nos disponemos a comenzar nuestro ya tradicional ¡viaje por Europa en furgoneta! 

Este año, el objetivo más importante del viaje es ir a ver a la hermana de Manuela, Carmen, y por supuesto también a Nano y a Jorge, en su nuevo hogar en Darmstadt, Alemania. Pero claro, Alemania está muy lejos, así que vamos a amenizar el viaje visitando algunos puntos de interés en Francia, Bélgica y Alemania.

El lugar de partida de este año ha sido Laredo, Cantabria. El día amaneció cántabro total: nublado y con chirimiri, lo cual ayudó a preparar todo rápidamente y salir rumbo a Francia sin echar de menos la playa. Nuestro destino era un poco incierto. Todo estaba planeado casi al milímetro, salvo el día de hoy. Teníamos unos cuantos hoteles mirados en el entorno de Burdeos, pero según fuera yendo el día elegiríamos uno u otro.

Y por fin comenzamos el viaje, con bastante lluvia y con muchas ganas de que fueran pasando rápido los kilómetros. Por suerte, Laredo nos pilla estupendamente para, en poco más de dos horas, cruzar la frontera por Irún y así poder empezar el mayor de los placeres de hacer un viaje por carretera: pagar los miles de peajes franceses…

Primera parada para llenar el depósito con baratita gasolina española (40 y 80 céntimos por litro más barata que en Francia, dependiendo de si es en la autopista o fuera). Y segunda parada, ya en Francia, para ir al baño, cambiar de conductor y comprar un cafetito. Los kilómetros iban sumando, pero el tiempo de llegada se mantenía casi inmóvil en las 3 horas. El atasco en la circunvalación de Burdeos iba en aumento y nos íbamos aproximando poco a poco a él. Teníamos dos opciones: parar y hacer tiempo hasta que bajara un poco el lío o enfrentarnos cara a cara con nuestro primer atasco francés.

La decisión fue tomar un desvío hacia la costa e ir a visitar la Duna de Pilat, la duna más grande de Europa. A pocos minutos de llegar, había una señal que indicaba que el aparcamiento de la duna estaba completo. Pero ya que habíamos llegado hasta allí, nos acercamos a mirar si nos dejaban pasar. Al llegar a la entrada del aparcamiento volvía a poner que estaba completo, pero aun así preferimos avanzar un poco más para cerciorarnos de que era cierto. Llegamos a la barrera, pulsamos el botón de ticket, se abrió, avanzamos un poco y aparcamos en uno de los 20 sitios libres que había…

Tras el aparcamiento comienza un sendero rodeado de pinos que te lleva hasta una caseta de información. Después de esta, aparece un pequeño poblado con cafeterías, baños, una heladería y tiendas de recuerdos, todo bastante bien integrado en el entorno y muy limpio y cuidado y caro.

Continuando el camino por el pinar, se empieza a ver al fondo la duna. Al llegar a la base, alucinas: es realmente enorme. Samu y Dani subieron por la arena y el resto lo hicimos por unas escaleras de plástico resbaladizas pero más cómodas para subir.

Desde arriba, las vistas son espectaculares: a un lado el mega pinar, al otro el océano Atlántico, y en medio, separándolo todo, un gran montañote de arena amarilla fina. No conseguimos sacar ninguna foto donde se viera la magnitud de la duna en su totalidad.

 
Caseta de información
 
 
Caminando por el pinar

 
Llegando a la duna 

 
Subiendo la duna

 
En la cima de la duna

 
Panorámica desde la cima

 
Disfrutando de las vistas

De pronto empezó a chispear y decidimos comenzar el descenso rápidamente para salir de ese aparcamiento-ratonera antes de que las miles de personas que había en la duna tomaran la misma decisión.

Samu y Dani se tiraron a lo bestia por la empinada cuesta de arena y Manu y yo bajamos con Álex de la mano un poco a lo loco también, pero sin revolcones ni sustos.

 
El pinar desde la duna

 
Samu bajando la duna

 
Dani bajando la duna 

 
Dani espanzurrado en la duna
 
 
Álex bajando la duna 

Ha sido una parada muy chula, es un sitio espectacular, la verdad. Eso sí, en un día de sol y de calor… tiene que ser para morirse.

Vuelta a la carretera, con la grata sorpresa de que el atasco se había reducido bastante. Avanzamos hasta las inmediaciones de Burdeos y todo perfecto, sin nada de lío. En los paneles ponía que en 20 minutos estaríamos en la A10. En el siguiente panel ya eran 25, en el siguiente 30 y en el siguiente vimos cómo cambiaba de 36 a 37 minutos hasta la A10, que es como la salida de la circunvalación de Burdeos. Por suerte, la aplicación de Mapas nos sugirió una alternativa por carreteras secundarias y pueblitos donde, en teoría, no había atasco y recortaríamos bastante tiempo. ¡A lo loco, a conocer la Francia rural y sus viñedos! Pues esta vez se nos dio fenomenal: no pillamos nada de atasco y llegamos mucho antes y mucho menos enfadados que por la autopista.

Ya solo nos quedaba una hora hasta el hotel elegido, en Saintes. Antes de llegar paramos en un Burger a cenar rápidamente y a las 21:30 estábamos ya en la habitación.

Ha sido un buen primer día, un viaje agradable en el que hemos avanzado bastante. Para mañana nos quedan solo 5 horas para llegar a la siguiente parada, atasco de París mediante.