martes, 27 de agosto de 2024

Dolomitas día 9. Lago di Braies y Trento

Hoy sí que sí, no había otra opción tocaba madrugar. Antes de las 9:30 teníamos que llegar al aparcamiento del Lago di Braies, a unos 50 minutos en coche desde el Lago Misurina, donde nos estábamos alojando. ¿Por qué tanta prisa? A esa hora cierran la carretera de acceso al lago, y después solo puedes llegar en autobús desde un pueblo lejano o pagando una cantidad desorbitada, siempre y cuando hubieras reservado con antelación... cosa que, obviamente, no habíamos hecho.

El Lago di Braies es el lago natural más grande de los Dolomitas, rodeado por imponentes montañas y densos bosques que se reflejan en sus aguas como un espejo. Su color turquesa y su entorno mágico lo convierten en un lugar de postal. Por desgracia, esto también lo hace un destino ultramasificado.
Uno de los puntos más icónicos del lago es su pequeño embarcadero, donde puedes alquilar barquitas de remos a precios de yate. Si prefieres algo más relajado y gratuito, puedes recorrer la ruta circular que rodea el lago. Es un paseo sencillo y agradable que te permite disfrutar de este increíble lago desde todos los ángulos.

Llegamos sobre las 9:00 y para nuestra sorpresa, había muy poca gente. Pudimos aparcar casi en el acceso al lago, un lujo. El aire fresco de la mañana nos recibió acompañado de algunas nubecillas. Por suerte, a medida que avanzaba el día, fue mejorando y salió a ratitos el sol. Preparamos las mochilas y el almuerzo y nos pusimos en marcha para empezar la ruta.
El acceso al lago es un corto camino que, de repente, te deja frente a él, como si apareciera de la nada. La primera impresión es simplemente espectacular. El Lago di Braies es enorme, como un espejo gigante que refleja todo su entorno de manera perfecta. Nada más llegar, te encuentras con una playa que ofrece la primera perspectiva del lago, con el pico Croda del Becco de fondo. Al lado de esta playa, está el embarcadero, y aunque era temprano, ya había movimiento y las primeras barcas comenzaban a navegar.

Caretos de dormidos
 
Embarcadero
 
La ruta comienza tranquila bordeando el lago por la orilla, había patos comiendo y el agua era de un tono verdoso que iba cambiando dependiendo de la profundidad. Un poco más adelante el camino asciende por unas escaleras alejándose de la superficie del agua y así con un sube baja llegas a punto opuesto de la entrada de nuevo a nivel del agua, donde hay otra gran playa. Aquí ya se notaba que había mucha más gente, en un momento dado unas vacas fueron a beber al agua del lago y la gente se arremolinó al rededor de ellas para hacerse fotos. Nosotros nos alejamos un poco a tirar unas piedras al lago y se estaba muy tranquilo.

Comenzando la ruta
 
Desde la mitad de la ruta

El mejor punto de la ruta
 
Ya terminando la vuelta completa


Reflejo de espejo en el lago
 

Después de dos horas completamos la ruta circular alrededor del lago, fue un paseo precioso. Al volver al coche ya se notaba que era más tarde, las 11:30 y aquello estaba a reventar.

Ahora tocaba decidir cómo ir a Trento. Teníamos dos opciones: atravesar unos cuantos puertos de montaña, disfrutando de paisajes increíbles en un viaje de unas 4 horas, o ir por la autopista y llegar rápidamente en 2 horas. Yo ya estaba un poco cansado de tanto coche, así que optamos por la autopista… gran error... Nos comimos un atascazo monumental que convirtió el trayecto en una pesadilla de más de 5 horas. Y lo peor, los paisajes eran aburridísimos, sobre todo comparados con la otra opción. Finalmente, llegamos a Trento a las 17:00 agotados, pero bueno, ¡llegamos!

Aparcamos en el centro, muy cerca de la catedral. La única forma de recuperar el humor después de ese suplicio fue con un buen helado en la Plaza del Duomo. Nos sentamos en una terraza y mientras Álex se entretenía jugando con un gorrioncito, el resto disfrutamos del helado.

La siguiente misión era conseguir algo para cenar y también algo para comer en nuestro plan secreto del día siguiente. Cerca de la plaza encontramos un supermercado, y justo al lado, había un parque infantil con una zona de escalada y otra zona para los más pequeños. Nos vino de lujo para relajarnos mientras los dos mayores se picaban intentando dar la vuelta completa al rocódromo.

Y eso fue todo lo que vimos en Trento: cuatros calles, una plaza, una heladería, un supermercado y un parque. Después de tantos días disfrutando de montañas, lagos y paisajes alucinantes, no apetecía nada hacer turismo de ciudad.


 
 Heladeando
 
Álex y el gorrión
 
Camino al supermercado 
 
 
Escalando en el parque

Mapa en 3D a escala del centro de Trento

Paseando por Trento
 
Ya en el apartamento

Directos al apartamento, duchitas, reorganizar las maletas, cenar unos noodles instantáneos y a dormir. Mañana tenemos una hora de viaje hasta el Lago de Garda para llegar a un lugar sorpresa con mucha diversión.

lunes, 26 de agosto de 2024

Dolomitas día 8. El Reino del Gigante Baranci y Tre Cime di Lavaredo

El plan para hoy, como siempre, era intentar madrugar para ir a Tre Cime di Lavaredo. Pero entre recoger, hacer fotos a los animales, cargar la furgoneta, atar a los niños a sus sillas, despedirnos de Cris y Pilar, y de ir a comprar un poquito de fruta, pan y embutido a la única tiendita abierta en domingo de la zona, se nos ha pasado la hora. Ya no íbamos a llegar a una hora decente para poder subir al aparcamiento y no merecía la pena comerse un atasco porque sí.


Fotógrafos oficiales


Posando con la vaca

 
Pavo y gallinas

Improvisando un poco decidimos ir al Reino del Gigante Boranci, en San Cándido, una zona infantil en medio de la montaña en un lugar espectacular donde nos lo pasamos muy requetebién.
Para acceder a esta zona había que coger una silla de estación de esquí, no estábamos seguros si podrían subir los bebes, pero sí, sin problema. Compramos los tickets, cogimos un mapa y subimos. La silla era de 4 plazas, así que Manuela subió con Samu y con Dani, y yo con Álex, que iba en la mochila grande de porteo. 

Subiendo hacia las montañas
 
Álex disfrutó más esta subida

Ya arriba llegamos a un restaurante con una zona con muchas atracciones para los niños. Empezamos andando un poco para hacer hambre y conocer al gigante Boranci. Una ruta circular por la que ibas pasando por diferentes objetos del gigante, como los cubiertos con los que comía, el caldero donde cocinaba o sus gafas.


Los cubiertos del gigante
 

Siguiendo el camino
 

Las gafas del gigante
 

Vistas hacia Tre Cime di Lavaredo

Al terminar la ruta y tras comer rápidamente un bocadillo fuimos a descansar y a remojar los pies a unas pequeñas piscinas que en realidad son las huellas del gigante! El agua estaba megafría, pero hacía muy bueno.

Zona de las huellas piscinas

 Remojándose
 
 
Descansando
 
Ahora tocaba un poco de diversión. Había un par de atracciones para los niños, una pista artificial para tirarte en trineo y un tobogán para tirarte con un flotador como los de los parques acuáticos. Estos se lo pasaron genial y nosotros nos reímos bastante viéndoles.
 
Zona de diversión
 
Dani frenando el trineo
 
Dani en el donuts
 
Samu en el donuts

Ya tocaba bajar, Samu y yo habíamos decidido bajar en Funbob, una especie de montaña rusa que va por un rail y que vas controlando tu la velocidad con una palanca. 1700 metros de longitud para bajar algo más de 300 metros de desnivel. El problema que había mucha cola y nos tocaba esperar un buen rato, así que nos fuimos a la cafetería a tomarnos un helado para hacer más fresquita la espera. A la hora estimada nos llegó el turno de bajar. Seguía habiendo bastante cola, pero avanzaba más o menos rápido, pero cuando nos montamos en el carro y nos pusimos los cinturones, eso se paró. Igual estuvimos veinte minutos esperando a que se pusiera en verde el semáforo para poder empezar. Por fin nos dio la salida y pudimos salir. Si hubiera sido por Samu no habríamos frenado ni una sola vez, le encanta la adrenalina tipo montaña rusa. Bastante divertido, nos lo pasamos genial. Ya al bajar nos contó Manu el por qué habíamos tardado tanto en salir. Parece que había una persona que debió de bajar cagada de miedo e iba a 0 por hora e hizo una cola gigante de carros, por suerte no nos pilló el atasco hasta el final ya abajo.
 
Tomando un heladito
 
Dani bajando en la silla
 
Preparados para tomar la salida
 
Ya abajo
 
Un poquito de conducir después, llegamos al aparcamiento del refugio Auronzo en Tre Cime de Lavaredo, una de las rutas más visitadas de los Dolomitas. Ya eran las 17:00 y aquello estaba vacío, aparcamos justo en el refugio desde donde salía la ruta. Esto por las mañanas debe de ser como la calle Preciados en Navidad. Fue en este preciso momento, al final del viaje, cuando descubrimos el truco de Dolomitas. Hay que hacer las cosas a deshora, aquí la hora punta es de 9:00 a 16:00, si llegas antes o después no tienes ningún problema de gente ni de aparcamiento y puedes disfrutar más de los sitios populares y el resto del tiempo lo dedicas a puntos menos turísticos como lo que hemos hecho por la mañana.
 
Aparcamiento del refugio de Auronzo
 
Perecilla de empezar
 
Vistas el valle

No era una ruta demasiado larga pero estamos ya cansados de todo el día haciendo cosas y de la paliza que se nos iba acumulando de viaje. El primer tramo hasta el refugio de Lavaredo es una pista ancha sin prácticamente nada de desnivel con vistas espectaculares hacia el valle a mano derecha y a la izquierda, las tres gigantes cimas. Para llegar al otro lado de las Tre Cime di Lavaredo y ver la cara más fotogénica de estas, hay que subir a un collado con ya una pendiente más pronunciada. A paso de niño se nos iba a hacer tarde, y hacía viento y frío, así que los niños se quedaron con Manu en el refugio Lavaredo y yo me subí corriendo al collado para ver esta maravilla de la naturaleza. Ya que había llegado hasta allí, merecía la pena el esfuerzo aunque fuera para una vista panorámica exprés.

Las Tres Cimas desde el refugio Lavaredo

Las Tres Cimas desde el collado
 
Panorámica de las Tres Cimas desde el otro lado 
 
Tre Cime di Lavaredo

Foto de familia a la vuelta
 
Ruta terminada en el refugio de Auronzo

En cuanto bajé retomamos el camino de vuelta a la furgo ya todos muy cansados deseando llegar al próximo alojamiento que por suerte estaba a muy poca distancia de allí, en el lago Misurina. Es unos de los alojamientos más costosos del viaje, esta zona es sin duda la más cara de Dolomitas es una barbaridad. Llegamos al atardecer al apartamento así que pudimos disfrutar de los últimos rallitos de sol para ver el lago desde el balcón de nuestra habitación. Lo que más les gusto a los chicos fue que nos dejaron zapatillas de andar por casa.

Carreteras de Dolomitas
 
Nuestro balconcito
 
 
Pelea de zapatillas.......
 
Vistas desde la habitación

Cena en el propio hotel y a descansar. Mañana último día en las montañas de los Dolomitas.

domingo, 25 de agosto de 2024

Dolomitas día 7. Val di Funes

El día empezó bastante estresante por el tema del aceite de la furgo. La noche anterior Manu había localizado un taller que abría en sábado más o menos cerca de donde estábamos alojados, como a 30 minutos. Madrugué mucho para poder estar justo a la hora que abrían para que nos pudieran rellenar el depósito. Allí que me planté el primero a esperar que abrieran. Había unas personas limpiando el taller pero el mecánico estaba haciendo algo en otro lugar y tenía que esperar a que volviera. Al rato llegó un mecánico joven con buena comunicación en inglés, que me solucionó el problema en un periquete, supermajo y supereficiente, eso si, 20€ y solo en efectivo. Un dato interesante que me dijo es que para rellenar de aceite desde la linea de aceite mínimo y hasta la del máximo equivale a casi un litro de aceite, interesante. Para futuros viajes llevaremos una botellita siempre a mano. En el camino de vuelta me vi obligado a hacer una parada en una panadería para comprar unos cruasanes y unos pretzel para celebrar la reparación. 
Problema solucionado a tiempo para empezar con nuestro día por las montañas del Val di Funes.

Furgo madrugando para ir al taller

Hoy iba a ser otro día especial, no solo por disfrutar de nuevo con la compañía de Cris y Pilar, sino no que además, habíamos organizado otro encuentro! Carlis, Laura, Silvia, Leo y los padres de Laura, ¡se habían acercado a pasar unos días desde Múnich para que pudiéramos vernos! ¡Qué bien verles de nuevo!
En los primeros días de preparación de este viaje la idea era pasar por Múnich para hacerles una visita, pero siendo realistas, para disfrutar Dolomitas un poco más en profundidad necesitas bastantes días por lo que tuvimos que modificar el plan y no pasar por Alemania.

Quedamos en el aparcamiento donde comenzaba la ruta en Malga Zannes. Nosotros fuimos todos juntos en la furgo para no tener que mover los dos coches. Tras 15 minutos de carretera lenta con curvas llegamos a las zona de aparcamientos y vimos que ya había una cola de coches importante y empezó la tensión por si nos quedábamos sin sitio. Si te quedas sin plaza para dejar el coche, tienes que volver al pueblo de abajo, aparcar ahí y subir en bus, un lio. Cuando llegamos a la barrera por suerte pudimos pagar lo que significaba que nos asegurábamos un hueco para aparcar. Lo que me sorprendió es que el señor de la barrera me habló directamente en alemán y no en italiano, pero es que en esta zona de Italia pegada a Austria, conocida como Tirol del Sur, tienen el alemán como lengua oficial.

Dejamos la furgo en el aparcamiento más alejado de la entrada, aun quedaban sitios, pero se estaba llenando rápidamente.  No sabíamos si Carlis and family ya estaba allí o no, no había cobertura de móvil y yo me había dejado el móvil en el apartamento. Por suerte apareció su furgo Multiván bicolor y aparcaron a nuestro lado casi en el último sitio libre.

Después de unos cuantos besos y abrazos y de prepararnos todos, comenzamos la ruta que empezaba fuerte. El inicio era un subir y subir, así por lo menos la primera hora, eso sí, por una pista bastante ancha y cómoda. Hoy Dani ha ido andando mucho rato, le hemos animado/obligado y bueno, entreteniéndole un poco con la ayuda de Pilar ha logrado hacer toda la ida andando, lo ha hecho muy bien. La primera parada la realizamos al lado del refugio Glatschalm ubicado en una gran pradera verde, donde paramos en una sombra a hidratarnos y tomar un pequeño almuerzo mientras los niños escalaban una roca.


Comenzamos la ruta 
 
Rodeados de árboles
 
Y de vacas
 

Llegamos al refugio Glatschalm
 
Y escalamos rocas

El siguiente tramo ya hasta el refugio Malga Casnago y punto más alto de la ruta, se hizo un poco largo, pero el paisaje y el entorno superbonito. El macizo de Odle es impresionante. La ruta se va acercando poco a poco a la falda de las montañas hasta que las tienes justo encima. Los últimos minutos hasta el refugio se nos hicieron bastante pesados, a paso de niño se tarda mucho más de lo normal y parece que no llegas nunca. El refugio está en lo alto de un collado con todas las montañas de fondo. También hay una zona con tumbonas para relajarte contemplando unas vistas espectaculares de todo el macizo y un parque infantil muy chulo que nos vino muy bien para que los niños recuperaran fuerzas y alegría para la bajada. 


Avanzando hacia el destino


Cruzando puente de madera


Refugio Malga Casnago


Parque infantil alpino


El impresionante Macizo de Odle desde las tumbonas


Todos juntos

Por suerte pudimos comer en el refugio, éramos muchos y parecía difícil, pero nos pusieron una mesa redonda grande y pudimos disfrutar de unos ricos platos tradicionales del Tirol del Sur en un lugar perdido de los Dolomitas.
Después de comer un último ratito al parque y a bajar al aparcamiento de nuevo. En este caso la ruta era circular, el camino de vuelta era por pistas cómodas para andar rodeados de un gran bosque. Era una larga bajada y con bastante pendiente Dani no paraba de derrapar, caerse, y negarse a seguir. No nos quedó más remedio que a ratitos ir porteándole. Se hizo bien, cómo vas hablando con unos y con otros pues tan ricamente. Esto en solitario sin tan buena compañía, habría generado más de una discusión en nuestra familia.

Descendiendo al valle

Porteando al mediano

Una vez abajo nos acercamos a una cafetería que había en el aparcamiento y allí terminamos la tarde con unos helados mientras los niños jugaban en una zona infantil. Un fin perfecto para un día cansado pero muy guay. Con tristeza por la despedida de los muniqueses, pero con ganas de volver a verles pronto.


Mientras tomábamos un refrigerio

En nuestro regreso al apartamento paramos de camino en la iglesia de San Juan, uno de los puntos más fotografiados de los Dolomitas. Es tan visitado que incluso te cobran unos eurillos para poder acercarte a hacerle una foto con mejor perspectiva.

Iglesia de San Juan
 
 
Foto point

Mañana nos despedimos ya de Cris y Pilar, nuestros caminos dolomíticos se separaban, pero antes hubo tiempo de compartir unas pizzas de cena y un regalito chocolateado de postre incluido. Ahora que lo estoy escribiendo, tengo dudas si les llegamos a pagar nuestra parte de la cena...