Hora de dejar nuestra granjita. Hemos estado muy cómodos, los días se han pasado volando. Pero no sin antes disfrutar del último desayuno.
Toca recoger todo, volver a cargar la furgoneta y de nuevo a la carretera. Ya llevamos 2.000 kilómetros recorridos, lo que significa… que estamos en el ecuador del viaje... oooh...
Hoy vamos a visitar el Atomium en Bruselas. El emblemático edificio en forma de molécula de hierro que está a las afueras de la ciudad y, además, de camino hacia nuestro siguiente destino.
Al llegar, vimos que en la misma calle del Atomium se podía aparcar y, con suerte, dejamos la furgoneta en la mismísima puerta.
La primera bola alberga una exposición sobre su diseño y construcción. Después se sube por una larguísima escalera mecánica hasta la siguiente, pero a mitad de trayecto la escalera se paró… así que nos tocó terminarla andando.
En las siguientes bolas había exposiciones de luz y color. En una, luces que se encendían y apagaban al ritmo de una música algo tétrica; en otra, neones que cambiaban de color; y en la última, unas luces colgantes en el techo. No vimos mucho más porque a Dani le mareo un poco las luces, y la música en la oscuridad y preferimos salir.
Desde allí, se bajaba de nuevo a la entrada para hacer cola y coger el ascensor que sube a la bola superior, el mirador circular. Tras unos 20 minutos de espera, subimos en el rapidísimo ascensor los más de 100 metros de altura del Atomium. Dimos la vuelta completa disfrutando de las vistas, aunque la verdad es que, al ser un espacio cerrado con cristales y estar en las afueras de Bruselas, no se distingue demasiado la ciudad, ni siquiera el centro. Aun así, siempre suma ver las vistas desde arriba.
Al bajar, comimos en una cafetería al pie del Atomium: unos macarrones a la boloñesa, otros al pesto y un panini de jamón y queso. Y oye, para estar donde estábamos, ni tan mal: barato, rápido y, lo más importante, ¡Álex comió de maravilla! Por fin vuelve a tener apetito nuestro gordito (que ya no está tan gordito, más bien flaquito). Llevaba unos días comiendo casi nada, pero hoy se ha recuperado, incluso cenó luego.
Retomamos viaje y, en apenas 45 minutos, llegamos a nuestro siguiente hotel, donde estaremos dos noches.
El hotel está muy chulo: en la planta baja una recepción-comedor-sala de juegos-zona de descanso, todo en un espacio diáfano enorme y muy bien decorado; en el primer piso, las habitaciones. Esta vez también tenemos dos, pero conectadas entre sí por una puerta, lo que mola bastante, sobre todo porque contamos con dos baños.
Como extra, el hotel tiene una pequeña piscina en la que hemos podido pasar un par de horas muy a gusto por la tarde.
La parte mala de este hotel es que no hemos cogido desayuno, era demasiado caro y no merecía la pena. Si hace falta, ese dinero lo gastamos mañana en otra cosa. Además, todavía nos quedan chocopillows y tostarrica de España, que hay que acabar.
Mañana… ¡parque de atracciones Walibi Belgium! ¡Más montañas rusas!
2 comentarios:
Otro parque de atracciones? No paráis!
Y aún nos queda otro!! jijiji
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