Último día de parque de atracciones de este viaje, esta vez ya en Alemania. Hemos ido a un parque en cada país que hemos visitado.
El parque temático elegido ha sido Phantasialand, uno de los mejores parques de Europa por su gran tematización, montañas rusas y experiencia inmersiva. Y estoy totalmente de acuerdo, sobre todo en esto último, la experiencia inmersiva. Tanto es así que, en la mayoría de las zonas del parque, casi puedes tocar las vías de las montañas rusas desde los caminos, y no hay absolutamente nada en el parque que no esté tematizado con el entorno de la zona donde está.
Después de desayunar rodeados de multitud de personas y con un bufet bastante flojito, cargamos las maletas en la furgoneta para dejar todo listo y así, al cierre del parque, poder salir de viaje más rápidamente. Al volver hacia el hotel desde el aparcamiento ya empezamos a escuchar los primeros gritos. Pero si las atracciones abrían a las 10 y eran menos cuarto… ¡a correr!
Accedimos al parque desde nuestro hotel, en la zona de África. La primera atracción que había era la que se veía desde el hotel, pero era para más de 140 cm, así que la ignoramos. Seguimos avanzando totalmente perdidos por el caótico parque buscando atracciones por hacer. Había muchas escaleras por todas partes que con el carro son un poco rollo.
Nuestra primera atracción fue una minicaída libre familiar. Ya estaba abierta, aunque aún era pronto, pero no tenía fila y resultó ser muy divertida. Fue repetida en innumerables ocasiones durante todo el día cada vez que pasábamos por allí.
Pensando que más tarde habría más colas, Samu y yo decidimos ir a hacer Taron, la montaña rusa más fuerte que podía hacer Samu. Una montaña rusa de lanzamiento, muy muy larga y muy muy rápida. Aunque hicimos media hora de fila, aún no había mucha gente interesada en la primera fila, así que allí que nos fuimos nosotros. Muy bien, la verdad; entra directa en el top tres de este viaje. Unas aceleraciones brutales y un recorrido a una velocidad espectacular, pasando por túneles que atraviesan montañas, puentes a escasos centímetros de los paseantes y entrelazándose con otras atracciones y consigo misma. Aquí optamos por hacer baby switch y así pudieron repetirla Manuela y Samu un poco más tarde.
Ahora era el momento de la primera de Dani. Justo al lado de Taron había otra más pequeñita, tipo boomerang. Primero vas hacia adelante y después, lo mismo, pero hacia atrás. Muy divertida también, aunque un poco corta. A todos nos encantó, sobre todo a Dani.
Mientras los mayores hacían esta montaña rusa con su madre, Álex y su papá, como dice él, nos fuimos a subir en alguna de pequeños.
Atravesamos todo el parque de nuevo, totalmente perdidos, bajando escaleras, llegando a callejones sin salida… hasta llegar a la plaza de la entrada principal. Allí están en el centro las sillas voladoras, que al final no nos montamos, y un poco más allá unos avioncitos, una mininoria y el gran tiovivo de dos plantas. Primero nos montamos en el tiovivo, en un caballo gigante que subía y bajaba de la segunda planta y, cuando terminamos, directos a los aviones.
Tras la reagrupación familiar fuimos a una zona de agua. En principio era para remojarse y jugar un poco con agua, pero como nuestros hijos están en un momento de juego tipo orangután y acabaron empapados. Por suerte hacía calor, así que al terminar, cambio de ropa y a seguir.
Ahora entramos en una zona cubierta donde había una montaña rusa con dos recorridos diferentes y, en el centro, unos globos que subían y bajaban, muy entretenidos y con vistas a toda la montaña rusa.
Cambio de zona. Ahora Samu y yo fuimos a otra montaña rusa cubierta que podías hacer con unas gafas de realidad virtual para una experiencia diferente. Mientras la montaña rusa te zarandeaba, ibas viendo un vídeo de unos murciélagos y una simulación en 3D del recorrido. Un poco loco todo. A mí me gustó, pero Samu salió un poco frustrado porque su vídeo no funcionó bien.
Seguimos con el tren de la mina, que solo tenía 5 minutos de espera. Un tren de una intensidad alta que encantó a los niños, pero no tanto a sus padres. Bastante incómoda y brusca, con una parte en oscuridad total que te torturaba por no poder anticipar el recorrido. Pero bueno, la repetimos un montón de veces, en nuestro caso obligados. Era larguísima también y, como las otras, pasaba por varias zonas del parque justo al lado de la gente. Impresionante.
Más y más atracciones hasta que a las 16:15 empezó un espectáculo de mezcla de baloncesto, saltos y bailes que parece que gustó bastante. Digo que parece porque fue mi momento de subirme a las atracciones prohibidas para Samu. Fracaso total: me tiré media hora haciendo una fila infernal para ir a una caída libre. Es verdad que luego estuvo divertida, pero no me compensó. Solo pude hacer una, me quedaron un par pendientes ya para otra visita.
Y ya para terminar, a media hora del cierre, la atracción más peculiar de este parque solo tenía 15 minutos de espera. Es una montaña rusa en la que vas medio tumbado mirando hacia abajo, simulando como si volaras. Primero te sientas en posición normal, te pones el arnés y encajas las piernas en su posición, y tras empezar la atracción ya te colocan boca abajo y te lanzan a toda velocidad. Tiene dos momentos de desorientación brutal en los que te ponen mirando al cielo, lo que es una sensación rara. La experiencia fue extraña, una posición un poco ortopédica que no te permite mirar hacia adelante sin romperte el cuello. Está bien porque es diferente y mola probar algo novedoso, pero no creo que sea algo que vaya a gustar mucho.
La zona donde está esta atracción está tematizada en estilo retrofuturista. Todo, hasta el último detalle, incluso las alcantarillas que soltaban humo, estaba mimetizado con el entorno. Lo de este parque temático es espectacular.
Ya con las atracciones cerradas y como despedida, compramos unos crepes de Nutella para merendar.
Es un parque brutal, para todas las edades y que te transmite mucha emoción todo el rato. Al estar todas las atracciones tan cerca, todo el rato las oyes, las sientes funcionar, y luego los gritos te hacen estar como en tensión.
Hemos vuelto a tener mucha suerte con el tiempo, iba a llover, pero al final nada, unas gotitas. También hemos tenido suerte con las multitudes, esta semana los coles de Alemania ya han empezado clases y se ha notado mucho en las colas en el parque, la mitad de gente que las semanas pasadas según la página friki de parques de atracciones.
Y fin de aventuras por los parques de atracciones de Europa. Creo que cada vez me gustan más. Me lo paso pipa. Solo nos falta que Dani mida más de 120 cm para que se pueda montar ya solo en muchas más atracciones y Álex, de 90 cm, para pasar a atracciones de nivel familiar. El año que viene buscaremos nuevos destinos.
Ahora nos faltaba conducir durante dos horas y media para llegar a Darmstadt a visitar a Carmen, Jorge y Nano.
Cuando llegamos allí, nos esperaban aún despiertos y con una riquísima cena preparada. Así da gusto.
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