jueves, 14 de noviembre de 2024

Dinamarca día 3. Lego House

Amanece a las 4... En el dormitorio donde dormíamos los cinco tenía tres ventanas grandes, cada una equipada con una cortina veneciana de lamas que dejaba pasar el 99% de la luz exterior. Por suerte, estaban tan cansados que no se despertaron demasiado pronto. Y no porque estuvieran agotados por la paliza de Legoland, no... estaban cansados porque a las 23:00 de la noche seguían de juerga, pasadísimos y pesadísimos.

Menos mal que cambiamos el orden de lo que íbamos a hacer estos días, porque el día empezó soleado, pero justo antes de salir de casa, empezó a soplar un viento fortísimo y a llover a lo bestia. Cuando nos subimos al coche para comenzar el plan del día, Samu dijo: "Papá, mi silla está mojada". Yo: "A ver, hijo, ¿qué dices? Mmm pues sí, qué raro..." Miro hacia arriba y veo que el techo corredizo de nuestro odiado SUV estaba un poco abierto... suspiro de ira. Apuesto a que ha sido el niño adicto a tocar todos los botoncitos... Por suerte acababa de empezar a llover, si llega a estar lloviendo toda la noche, no me quiero imaginar cómo estaría el coche.

En el mismo pueblo que Legoland se encuentra Lego House, la casa de Lego. Llegamos y aparcamos en el parking de pago. Creo que había uno al aire libre gratis, pero no estaba cerca y diluviaba, así que ni lo buscamos.

Preparándonos para empezar el día

Ya desde fuera, el sitio promete. En la zona exterior hay unas grandes piezas de lego y una enorme escalera que imita estar construida con piezas.

Entrada Lego House 

El diseño del edificio es brutal: modernidad, minimalismo, limpieza, brillo… me encantó. Una vez atravesadas las puertas de acceso, entras en un hall supergrande. Allí hay unas máquinas donde, con tus entradas, sacas unas pulseras con un código personal para luego interactuar con las exposiciones y los juegos. Pasas unos tornos y ya estás en el mundo de Lego. Para empezar, te da la bienvenida un árbol que crece desde la planta baja hasta el techo. Tiene más de 6 millones de piezas y es la construcción de Lego más grande del mundo. Es impresionante.

Nada más llegar piezas grandes por el suelo
 
  
Árbol visto desde abajo
 
  
Árbol visto desde arriba

Empezamos por arriba. En la planta 2, hay una pequeña sala con una exposición de tres dinosaurios gigantes: uno creado con Lego Duplo, otro con Lego normal y otro con Lego Technic. También hay más esculturas creadas por diferentes artistas. Muy chulo. Aquí nos encontramos con las primeras máquinas interactivas, repartidas por todo el lugar, que te proponían cosas molonas para hacer. En esta primera, pasabas tu pulsera, te hacían una foto y la convertían en un mosaico de Lego. La foto se guardaba en tu número de pulsera y luego, en casa, podías descargarlas todas. Muy moderno, sencillo y elegante.

Dinosaurio de Lego
 
 
En la sala de exposiciones
 
 
Samu haciendo el superhéroe

Dani construido con piezas de lego 

En la planta 1 se encontraba la zona de creatividad, separada en zonas por colores en las que podías hacer diferentes actividades. Empezamos el día por la azul. En el primer punto, había que crear un coche para, en un sitio, hacer una carrera contra otros coches y, en otro, lanzarlo por una cuesta para que diera un salto y pasara por dentro de un aro. Aquí nos quedamos bastante rato; los chicos se lo pasaron genial creando coches y haciendo carreras. Había unos cajones enormes con miles de piezas de coche y ahí te ponías tranquilamente a hacer tus prototipos.

Construyendo el coche

Iniciando carrera

Foto con su prototipo

¡Qué Álex también jugó!

El siguiente punto era construir una ciudad. A partir de una base cuadrada, tenías que hacer una casa pequeñita con las piezas disponibles. Cuando terminabas, la colocabas sobre una base con proyecciones y salían muñequitos de tu casa que se movían por la ciudad.

Zona de construcción de casas
 
Construyendo casas

 
La casa construida en su sitio

Al lado de esto, había una zona de robótica. Después de esperar un ratito, pudimos entrar. Tenías los controles de un robot perforador y tenías que plantar plantas para que las abejas generaran miel en una superficie dibujada por mapping en el suelo. Dabas instrucciones a los robots: avanza, avanza, gira, agujerea, planta y riega. Luego, tenías que ir a los lagos a recargar agua cuando se te acababa. Fue un buen contacto con la robótica para los niños, muy chulo también.

Jugando con los robots

Después, pasamos a la zona verde.
El primer punto era construir tu propia minifigura. Un montón de arcones con miles de piezas de piernas, torsos, cabezas y accesorios... ¡una pasada! Muy divertido y con mucha variedad.

Un poco más adelante, había un punto algo loco: creabas un monigote en un cuadrado, con la forma y colores que quisieras, lo metías en una máquina y, en una pantalla, se transformaba en 3D y se ponía a bailar. Muy divertido.

El siguiente punto consistía en hacer flores. Lego ha sacado unas cajas de flores impresionantemente realistas. Aquí podías ponerte a crear una con el diseño que quisieras y plantarla en su jardín de flores.

Paisajes Lego por todos los lados
 
Legos bailarines
 
 
Foto con dos de mis obras de arte 
 
Más paisajes Lego

Siguiente destino: el mar. Con ladrillos simples, hacías la forma de un pez, un animal marino o lo que se te ocurriera, lo escaneabas con una de las maquinitas interactivas y se ponía a nadar en una pantalla gigante que simulaba un acuario gigante. Si querías, en lugar de destruirlo, podías colgarlo en un muro que simulaba el mar.

Creando peces de Lego 
 
Cara de pez

De verdad, todo estuvo superbién. Solo en un momento se cayó el sistema de las máquinas, pero nada... se lo perdonamos, jeje.

Parada a comer. De nuevo, sándwiches y cosillas de casa, aunque esta vez no pude resistirme y me compré unos bollos en una panadería elegante que había al lado. Muy ricos. Algo curioso de Lego House es que no venden Coca-Cola ni productos de marcas conocidas.

Ya no nos quedaba mucho más. Dimos una vuelta por la zona roja, que era para construir libremente lo que se te ocurriera, y al lado nos encontramos con una zona para construir abejas. Y ahí que nos pusimos.


Zona roja de juego

 Dani con su abeja reina

Nos quedaba pendiente en la planta sótano el museo. Pequeño, con la historia de la creación y evolución del juguete Lego y una pequeña sala con una exposición de sets montados, donde ponían de qué año eran y con la caja al lado y estaba la grúa que yo tenía de pequeño, ¡me hizo ilusión!

Entrada al museo 

Mi grúa de Lego de los años 90 
 
 
¡Dani es Kai! 
 
 
Por la tienda de Lego 

Ya para terminar la experiencia, justo antes de salir, hay una máquina que hace piezas rojas de 2x4 en vivo. Las crea a partir de bolitas de plástico y al final cae una bolsita con seis piezas rojas. Coges una y te la llevas de recuerdo. Pero no termina ahí la cosa. En la última máquina interactiva pasas tu pulsera y te crea un carnet de Lego con una combinación única para ti, con esas piezas que te han regalado. ¡Con solo esos seis bloques hay más de 900 millones de formas de combinarlas!

Con su combinación de bloques única

Y nada, nos fuimos de allí bastante contentos, después de casi siete horas en un mundo Lego creado para disfrutar. Quién lo tuviera cerca de casa... ¡tendríamos el pase anual seguro!

Ya de vuelta a nuestra luminosa casa para descansar en nuestra última noche aquí. Antes de terminar el día, fuimos al jardín de los caseros a saltar en la cama elástica y dar unos pases con una pelota. ¡Qué casa, qué pasada, qué jardín, qué vistas, qué todo, qué envidia!

Casita donde estábamos alojados 
 

Jugando en el jardín
 
Enchufe sonriente

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