Ya mejor no hablamos de las noches jejeje. Pobre Samu, ha tenido fiebre toda la noche y ahí sigue. Pero bueno, esta activo y ha tomado un poco de sopa a la hora de comer y un postrecito, que a eso nunca dice que no, como su padre.
Día de transición. Al final hemos venido directamente a Osaka. Pero lo bueno es, que si mañana Samu se levanta bien, también podemos ir a Nara desde aquí, a ver si hay suerte, que seguro le va a encantar.
Hoy hemos tenido que madrugar un poco porque aquí tienes que dejar los hoteles a las 10 y teníamos un poco de desorden. La ropa que habíamos lavado, los juguetes de Samu, pañales, cables y cargadores... y para hacer esto con Samu despierto, requiere su tiempo. Como está malo solo quiere estar con Manu y le deja a la pobre agotada y anulada.
Cogimos el metro desde el hotel hasta la estación central, ahí, un tren rápido hasta una estación al norte de Osaka. Y ya por último otro metro más hasta la estación de Namba, muy cerquita del hotel. Nada más salir se puede ver que Osaka es todo lo contrario a Kyoto. Esto es más caos, más gente de mediana edad, mas gente moderna,pelos teñidos, vagabundos... en Kyoto solo había abuelos/as y niños con sus madres.
Calles cerca del hotel
Restaurantes con la comida, de cera, expuesta en el mostrador
Samu jugando
De vuelta al hotel para registrarnos, hemos pasado por una tienda de tartas japonesas. Es una cadena de tienda donde hacen, en el mismo local y puedes ver como las hacen, las tartas de queso más ultramegaesponjosas del universo. Se compran por tartas enteras, serán como de 20cm, no muy grandes. cuestan 700yen, 5,50€.
Tienda de la tarta
Nada más llegar a la habitación hemos devorado entre los tres la mitad. Riquísima, exquisita. Me la habría comido entera, tan esponjosita, mmm. Ojalá pudiera llevaros a todos los que compartís afición por los postres...
La tarta
Un cuarto menos
Necesitábamos un ratito de descanso así que nos hemos quedado un rato tranquis en el hotel para salir a dar una vueltecita cuando se vaya el sol y se enciendan las luces de las calles. Samu se ha echado otra siesta, está agotado de la fiebre.
A media tarde, aquí ya de noche cerrada salimos a dar un paseín. Tras cruzar una calle grande llegamos al barrio de Dotonbori. Una mezcla de neones, música, gente, comida callejera, perfumerías, tiendecillas... parece mentira que sea el mismo país al que llegamos hace unos días. Hemos probado el takoyaki, una comida típica de Osaka que es como una bola de tortita con un trozo de pulpo en el centro y cubierto de unas salsas. La verdad es que tenia buenas expectativas, peero ha sido decepcionante. Las salsas le quitaban todo el sabor a la salsa y al final era como comer una bola de masa medio echa con un chicle duro en el centro. No se si habrá sido mala suerte o que soy muy exigente. Ya lo haré yo en casita con pulpo gallego jiji
La calle de los neones
Edificio noria
Neones
Cangrejo
Peces globo y sushi
Eligiendo bolita
Duda entre esta
O esta
Sacando bolita
Al final, esta
Pulpo
Takoyaki
Casi al final se encuentra el neón más famoso, el de Glico Man, es una de las cosas más simbólicas de Osaka. Luego nos metimos por una callecita comercial llena de gente, con tiendas de marcas internacionales y muchas perfumerías. No sabemos que pasa, pero está llenito de ellas esta zona.
Glico Man
Cutre selfie con Glico
Calle comercial
Y poco más, vuelta al hotel, cenar algo y acostar al pobre Samu que sigue malito. A ver mañana qué tal.
No hay comentarios:
Publicar un comentario