Día interminable decía yo de ayer… ríete tú de hoy… a las 3 de la mañana ya se estaban peleando Samu y Dani…
De 3 a 6 ha sido intenso, el jet lag ha hecho estragos en la familia. Entre juegos, lloros, saltos, peleas y sobre todo gritos, hemos pasado la madrugada. Solo espero que las paredes estén bien aisladas, y ante todo, que no vuelva a pasar
Amaneciendo en Jersey City
Por fin a las 6 hemos bajado a desayunar. Estaba incluido y bastante decente. No mucha variedad, pero limpio y agradable. Tostadas, cereales, huevos, bacon, gofres recién hechos… todo muy rico y como era tan pronto se estaba muy a gusto. Al poco han llegado Carmen y Jorge, así que hemos redesayunado con ellos.
Después nos íbamos a ir a dar una vueltecita, pero hacía un frío y un viento brutal y entre unas cosas y otras se nos ha hecho ya tarde.
El plan de hoy era ir a la Estatua de la Libertad, pero un problema con el ferry, parece que sin motivo, no está haciendo el servicio que necesitábamos y no hemos podido ir, habrá que aplazarlo a otro día.
Sobre las 9:00 nos hemos puesto en marcha, hemos ido de avanzadilla a la ribera del Hudson en Jersey City para ir a ver el skyline de Manhattan. Justo antes de llegar había un parque donde los mayores han desfogado un poco, pero no ha valido de mucho. Las vistas muy chulas la verdad. Luego hemos ido a ver el reloj gigante de Colgate y a intentar ir a la estatua de a libertad, pero como no hemos podido, hemos cogido otro ferry rumbo a Manhattan a la zona del World Trade Center.
Hacía malísimo, un viento helado superdesagradable, así que nos hemos metido a un centro comercial a tomar un café y atemperarnos un poco.
Hemos salido justo en el memorial al 11S, dos inmensos agujeros rodeados de cascadas de agua y de una placa con los nombres de los fallecidos, justo en los lugares donde estaban construidas las torres gemelas. A su lado, el nuevo edificio y más alto de Nueva York, el One World Trade Center. Y al fondo, la entrada a la estación de tren y centro comercial The Oculus. Todo muy brutalmente grande, moderno y lleno de gente.
Después hemos bajado por Broadway hasta la zona de Wall Street a ver la escultura de la niña frente al edificio de la bolsa y la del toro en una calle cercana. Esta zona sin más que ver ni que contar, mucha gente y mucho puesto de souvenir donde hemos comprado unos gorros para el frío a los niños, y a la abuela.
Ya con hambre hemos retrocedido sobre nuestros pasos y nos hemos comido unas hamburguesas en un Shake Shack. Muy ricas las hamburguesas para ser una cadena de comida rápida. El sitio era grande y hemos podido encontrar un par de mesas donde comer tranquilamente y entrar en calor.
Al salir hemos seguido con nuestro paseo hacia el ayuntamiento y los juzgados, y nos hemos vuelto a The Oculus para coger el tren a nuestro hotel para descansar un poco.
Después de no descansar nada, hemos salido de nuevo para coger un tren y un metro para ir al estadio de béisbol de los Yankees para ver un partido en directo. El viaje de ida ha sido largo, bastante gente y los niños se han dormido y ha complicado un poco toda la gestión. Además, con los carros es un rollo porque muy pocas estaciones tienen ascensor y las que tienen, funcionan pocos o mal y huelen a pis mortal, entonces subir con niños en brazos más carros es tedioso.
Al llegar había mogollón de gente por todos lados, como en un partido de cualquier deporte, el estadio es bastante chulo por fuera, pero es un poco caos. Entramos por donde nos mandan por los carros, hasta unos detectores de metales y unos señores revisando mochilas y para dentro. Por dentro, después de dar unas vueltas, encontramos unos ascensores y subimos a la última planta. Aun nos quedaba subir una planta más, ya sabes las entradas baratas. Nuestros asientos estaban detrás del bateador, pero arribísima, se veía bien.
Primero himno de los Estados Unidos, luego alineaciones y calentamiento. Es brutal verles pasarse la pelota entre ellos, a una velocidad y distancia espectacular, pero cuando se pone a calentar el pitcher, el que lanza la bola, alucinas la velocidad de lanzamiento, espectacular. Al final solo hemos comido unos perritos calientes bastante ricos, con el frío no apetecía nada.
Tenía pocas esperanzas en el partido, pero se veía bastante bien desde nuestros económicos asientos, han bateado mucho más de lo que pensaba que le iban a dar y no ha sido tan aburrido como parecía al principio. Lo malo, hacía un frío glacial y le faltaba un poco de ritmo al juego, no te llegaba a enganchar, así que hemos durado la mitad del partido.
La vuelta mismo panorama que la ida, pero esta vez los niños, dormidos, han ido directos a la cama.
Mañana más, esperemos que nuestros hijos mayores se porten un pelín mejor y dejen de sacar nuestros demonios españoles a relucir…
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