Otra vez a madrugar, ya la última vez, porque es nuestro último día de buceo.
Nos recoge Mauro puntual, y nos comenta que vamos sólo los cuatro a bucear a cenotes, así que podríamos elegir donde ir. Nosotros ya habíamos hablado de que nos molaría ir a al cenote Angelita, un cenote muy especial. Así que después de dudar un poco decidimos elegirlo. Siempre que se bucea en Angelita la segunda inmersión es en el Cenote Manatí.
Preparando el material en el centro
Una hora de coche separa el centro del Cenote Angelita, y los nervios se notaban en el ambiente en el coche.
En la furgo con Abuelito conduciendo y Julio nuestro guía
Angelita es un cenote con forma de campana, un cenote vertical con el fondo a 60 metros. La peculiaridad de este cenote es que los primeros 20 metros son de agua dulce, luego hay tres metros de ácido sulfhídrico y el resto hasta el fondo es agua salada.
El sitio no es nada turístico como el cenote Dos Ojos. Aquí no se viene a hacer snorkel no tiene nada de interés, de hecho el agua es bastante turbia.
Nos preparamos y nos vamos al agua.
No se ve nada
Todos preparados, primera parada 20 metros, allá vamos. No se veía casi nada, ya llegando a los 15 metros se empezaba a ver la capa de ácido, el escenario es tenebroso, el ácido parece el suelo y una pequeña montañita con restos de ramas y árboles da más la impresión de ser el suelo. Siguiente fase, atravesar capa de ácido, enciendes el foco y empiezas a desaparecer, la visibilidad en esta capa es de apenas 20 centímetros, sólo se ve el punto rojo del foco, y el olor a bomba fétida se empieza a notar. Tras un instante, la visibilidad vuelve pero la inmersión se convierte en nocturna solo se ve, si miras hacia arriba como una nube marrón fosforescente. Bajamos hasta una rama, nos agarramos y empieza a apoderarse de nosotros la narcosis. Te vuelves tonto, lento, pero estas relajado disfrutando cada uno de lo suyo. A los pocos minutos Julio nuestro guía nos dice que para arriba y según subimos la borrachera se empieza a pasar y llega el momento mas brutal, volver a atravesar la capa de ácido.
Las fotos las empecé a hacer una vez en el fondo, así que parece que van al revés.
La rama donde nos agarramos
Lo que fotografié mientras estaba en mi mundo ahí abajo
Atravesando el ácido
Parece que se ha hecho de día, con los ojos acostumbrados a la oscuridad, ahora se ve todo diferente, pero igual de tétrico.
Saliendo del ácido
Ya en la parte de agua dulce
La montaña y el ácido que parece que es el suelo
y Manu seguía un poco tontita jeje
Atravesando una cueva
Saliendo de la cueva
Luego se va subiendo muy poco a poco hasta llegar a la parada de seguridad, total 35 minutos, una inmersión corta, extraña, que no olvidaremos en nuestra vida.
En la parada de seguridad
Inmersión 97 en mi logbook
Después de cambiar el equipo, y de comentar y partirnos de risa de lo sucedido bajo la capa de ácido, nos montamos a la furgo y pusimos rumbo al Cenote Manatí. Otro cenote diferente, esta vez en manglar, creo q la profundidad máxima fue 6 metros.
Me encanto, era como estar en un acuario de agua dulce, muchos peces, las piedras cubiertas de verdín, las raíces del manglar sumergidas son cobijo de infinitos peces. Pasadizos estrechos y oscuros, algunos de roca y otros como de arena, muy muy chulo. Las corrientes haloclinas estaban al revés de lo normal y eran bastante fuertes. Cuando te metes en el interior de la haloclina lo ves todo como si tuvieras problemas de vista, y de repente salías y todo normal, increíble, a mi hasta me divertía, las fotos parece que tienen profundidad de campo, me encantan.
Y ya está, se acabó el buceo...
Después de comer y de siestear nos acercamos a Playa del Carmen a dar una vuelta y a cenar en el restaurante de Pepe con Julio, uno de nuestros guías de estos días, todo muy rico la verdad.