jueves, 8 de noviembre de 2018

Japón día 14. Tokyo playita

Hoy es nuestro penúltimo día de viaje y el último con sol. Así que hemos decidido ir a la playa de Tokyo. En la bahía de Tokyo crearon esta isla artificial, que se llama Odaiba, para defenderse de ataques marítimos y ahora se han convertido en un centro de negocios, de ocio y de compras.

Lo primero que hacemos, como no, es coger el metro hasta la parada de Shimbashi donde hacemos transbordo al tren autónomo que nos llevará hasta Odaiba por las alturas de la ciudad con unas vistas estupendas.

Cruzando el puente en el tren

Por supuesto nada más llegar, a la playa!! Una zona de arena todo muy artificial, donde no te puedes bañar, pero que para estar un ratito jugando esta genial. Y además con el solecito se estaba súper bien.

Playa de Tokyo

Jugando con la arena
 
Relax

Enterrando pies

Acercándonos al agua

Al cansarnos de playita, hemos ido por un camino elevado que te llevaba paralelo a la playa y que pasaba cerca de una réplica de la estatua de la libertad en pequeñito.

Los tres

Con la estatua de la libertad 

Samu con gafas de sol

Para hacer tiempo antes de ir a comer decidimos subir al edificio de la tele japonesa que estaba al lado. En principio podías subir hasta un pasillo sin pagar, o subir hasta la esfera que se ve en la imagen pagando. Pues ya es todo de pago parece, así que hemos decidido no subir, tampoco iba a ser eso un espectáculo, esperemos jeje.

Edificio de la esfera

Nos metemos en uno de los mil centros comerciales de 6 plantas que hay en esta zona a comer. Una hamburguesa y un sandwich con unas patatitas muy ricas. Hemos dormido a Samuti la siesta y nosotros hemos hecho unas compritas. Hemos pasado por una librería y en la sección infantil había la sección que se ve en la foto, no se qué pondrá en japonés, pero me imagino que ese señor se llamará caraculo... de eso no hay duda... ya investigaré...

Caraculo

Ahora tocaba ir a un museo un tanto especial. Con Samu aún dormido, cogemos el tren unas paraditas hasta allí, compramos las entradas y nos sentamos en unos sofacitos un buen rato para recargar pilas, que paz... cuando Samu ya llevaba una buena siesta le despertamos para poder ir al museo. Pero antes un poquito de juego en una zona de niños donde estábamos descansando. Estábamos en un edificio de Toyota donde tenían expuestos los coche y había actividades. Un Toyota Welt como el de Bmw en Múnich.

Samu jugando

El Museo se llama MORI Building DIGITAL ART MUSEUM, o como lo conocemos después de haberlo visitado, el museo de la hiperestimulación. Un resumen muy rápido antes de entrar a las fotos, seria un museo con diferentes salas cada una con un tipo de arte digital combinando luces, sonido y video. La gran mayoría de las salas es mapeado con proyectores en las paredes de video y otras más complejas que veremos en las fotos.



Las primeras zonas y los pasillos que comunican entre salas estan todas mapeadas y se reproduce video en paredes techos y suelo. Va cambiando constantemente. La verdad es que para nosotros en determinadas ocasiones era hasta demasiada luz y sonido.





Una de las primeras salas, y una de las más impresionantes y mareantes era. Una sala llena  de tiras led de techo a suelo muy juntas que iban cambiando de color e intensidad y un caminito entre ellas por la que ibas andando y para más rayada, el suelo era de espejo. Brutal impresionante mareante la verdad.




Más mapeado en todas partes hata la siguiente sala. Esta es más difícil de explicar aún. Eran palos flexibles con un disco arriba simulando flores y se proyectaban videos sobre estos discos.




Ahora subimos al piso de arriba. Nada más entrar una cama elástica con proyecciones y luego una sala enorme de locura total. Al fondo unos globos gigantes, un tobogán, otras salas... ya ni me salen las palabras, os dejamos fotos y si queréis ya os lo explicaremos en persona por que es rarísimo todo. 






Una cosa muy chula es que coloreabas un dibujo q te daban, lo escaneaban y lo proyectaban por el suelo, Samu perseguía a su lagartija diciendo: mío mío jiji



Y ya nos hemos salido, no podíamos más. Era un poco demasiado. No queríamos pasarnos con Samu, que luego no hay quien le duerma. Un lugar muy muy novedoso y muy muy intenso. Igual por no estar acostumbrados a algo así.

Para terminar nos hemos tomado una bebida gratis de bienvenida que teníamos pendiente desde que llegamos.

Tomando algo

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