viernes, 15 de noviembre de 2024

Dinamarca día 6. Vuelta

Último día, teníamos la mañana para hacer algo y despues ya ir al aeropuerto a coger el avión y volver a casa.

La idea era ir al acuario de Copenhague que está cerca del aeropuerto y poco más. Check out en nuestro hostel y directos a la estación central a coger el tren rumbo al aeropuerto donde dejamos las maletas en una consigna. Luego cogimos el metro y fuimos a la zona del acuario que estaba bastante cerca.

En principio teníamos la tarjeta de turismo que supuestamente incluía una visita al acuario... Pues va a ser que no. Allí que llegamos y nos dijeron que nanai, que tocaba pagar la entrada. Nos habíamos gastado tanto dinero en pasar estos días sin ningún tipo de lujo, que no fuimos capaces de realizar otro gasto desproporcionado que no iba a compensar, no teníamos mucho tiempo, iba a ser una visita rápida, así que decepción total. Unas rabietas y unas malas caras infantiles después, estábamos de regreso en el aeropuerto. Por suerte había un parque muy chulo que entretuvo a los chicos hasta que llegó la hora de facturar y embarcar.


Parque del aeropuerto tematizado a la perfección

Sin duda de este viaje nos quedamos con la experiencia Lego y sobre todo con Lego House, un lugar increíble que no tiene nada igual en ninguna parte del mundo. Los parques de atracciones de Lego si que son todos prácticamente iguales, ya sea Dinamarca, Alemania o incluso Orlando, pero Lego House.... Díria que merece la pena el viaje solo para ir allí sobre todo si eres fan desde luego. El resto pues bueno, como español de clase baja-media creo que no merece la pena venir a un país tan caro.La barrera económica no te deja disfrutar de la experiencia. Si me dijeras que te gastas un dineral a cambio de algo nuevo pues vale, pero pagar 5 euros por una botella de medio litro de CocaCola en un súpermercado pues no tiene ningún sentido...

Eso si, ha sido una buena experiencia para todos, primer viaje siendo 5, primer viaje de patata, Álex, que se ha portado superbien y aunque no sale en casi ninguna foto os aseguro que ha estado todo el rato con nosotros jajaja.

Dinamarca día 5. Copenhague

Último día completo de viaje con un poco de turismo para conocer un pelín de Copenhague.

Lo primero que hicimos fue ir al ayuntamiento y de allí ir por la calle peatonal más larga de Europa. Pues si, una calle peatonal larga, pero para mí sin ningún encanto. Tiendas pijas mezcladas con restaurantes semicallejeros, con tiendas cutres de souvenirs y una tienda Lego que debía ser la más pequeña del mundo, una decepción. Todo era como limpio pero sucio, como moderno pero casposo. Casi al final estaba el museo de los récord Guines, una cosa viejuna y cutronga, y eso que yo no entré, que me quedé con Álex en la calle porque no era accesible.

 
Puerta principal del parque Tívoli
 
 
Ayuntamiento de Copenhague

Paseando por Copenhague


Pódium de los récords
 

El hombre más alto vs Samu
 
Al terminar la calle llegas a una avenida grande donde empieza un canal que lo han rehabilitado y está chulo. De allí salen tours por los canales de una hora en barcaza. Allí que nos subimos. Dani se hechó un buen siestón todo el camino y el resto pues viendo Copenhague desde el agua. Bastante guay la verdad porque pudimos ver sitios que era imposible que nos diera tiempo si no era de esa manera.


El lugar más fotogénico de Copenhague

Zarpando
 
Megaedificios al borde del canal
 
La sirenita por detrás

Navegando
 

Los tres clones con su madre
 
Volviendo al puerto

Al terminar nos fuimos a un parque a comer de picnic. Compramos comida en un súper en el que me quede encerrado en el torno de acceso con Álex en el carro durante unos minutos, buscamos una sombrita y ahí comimos tranquilamente. 

Después una visita rápida al botánico de la ciudad que había un mariposario. No merece la pena, leímos que era el más grande de no se que, como siempre, pero nada otra decepción. 


Jardín botánico

Jardín botánico no accesible

Mariposas
 

Helado de oro, digo de limón

Parada en una pastelería para ir al baño y de paso comprar algún dulcecito y luego entramos en un Tiger (que son de aquí). Es una sensación indescriptible el entrar en un Tiger en Copenhague, los mismos productos que en las tiendas de Madrid pero costando el doble o el triple…

Son la 5 de la tarde y ya está todo cerrado, no se puede ya hacer nada. Todas las tiendas, los museos… solo queda subir a la torre de que cerraba en breve y para el hostel. Es una antigua torre de observación que se sube media te una cuesta en espiral muy chula. Llegas a lo alto y tiene unas buenas vistas de la ciudad. 

Vistas hacia un lado

Vistas hacia el otro

Y ya de vuelta. Unos futbolines antes de hacer la cena en la cocina del hostel junto a un par de chicas que era la primera vez que cocinaban algo en su vida y a dormir.

El día ha estado bien, hemos dado un buen paseo, el barco lo hemos disfrutado y nos hemos tomado un helado en el parque de una bola al precio de tres.

No hemos podido hacer mucho turismo, ni hemos ido a la periferia a ver cositas, yo creo que esta ciudad tendrá más rincones ocultos que no hayamos descubierto, pero nuestra valoración en el ranking de ciudades europeas no queda de las primeras ni mucho menos.
Yo me esperaba una ciudad moderna, ordenada, minimalista, limpia, cómoda, sin tanta gente, pero no, ha sido una decepción. Esto unido al tema precio de las cosas no compensa para nada relación placer-gasto. Yo entiendo que aquí la gente gana mucha pasta y las cosas tienen que ser caras porque los sueldos son más altos y patatín patatán, pero no se, es desproporcionado. Así vienen luego a España y flipan con nuestros precios y se jubilan allí…


Dinamarca dÍa 4. Odense y Copenhague

Con la calma nos levantamos, recogimos todo y al coche para deshacer el camino que habíamos hecho para venir a Billund. Como teníamos todo el día para llegar a Copenhague, decidimos parar un ratillo en Odense, lugar de nacimiento de Christian Andersen, el escritor de cuentos clásicos.

Después de una parada intermedia para ir al baño y jugar un rato en un parque, llegamos a Odense. 


Parada técnica en carretera

Aparcamos en un parking céntrico un poco perdidos y sin rumbo fijo, salimos hacia un parque a dar un paseo. Justo en ese preciso momento empezaba una obra de teatro infantil en la calle sobre los cuentos de Andersen. Era en danés y no entendíamos nada, pero estuvo muy entretenido, fue una suerte la verdad.


Viendo la obra de cuentos clásicos de Andersen


Como siempre encima de papá


Si hay un cartel para meter la cabeza... allí estamos nosotros para hacernos una foto


Centro de Odense

Comida rápida en un McDonald's a precio de restaurante de lujo y seguimos nuestro paseo. Nos dirigimos hacia la casa donde vivió Christian Andersen. El centro de Odense es bastante bonito, con calles amplias, edificios chulos y muy tranquilo. Llegamos a la casa la vimos, nos hicimos una foto y poco más había que hacer. Justo al lado había un edificio muy moderno donde compramos a Samu un libro de cuentos clásicos que estaba en español, y a Dani un peluche… este se llama Cabi y es un lobo.


Casa de Andersen


Calles tranquilas y sin coches en Odense

Hacía un viento fortísimo que casi vuelca el carro con Álex dentro y todo. Después de otro rejonazo de parking, cogimos el coche rumbo al aeropuerto de Copenhague para devolverlo. Esta parte del viaje fue bien, los tres se durmieron por fin la siesta y fue un viaje tranquilo, aunque se hizo un poco largo. Dejamos el coche en el aeropuerto y ya sin esa preocupación, nos fuimos al tren rumbo el centro de Copenhague. Tres paradas cortitas y ya estábamos en la estación central. Para llegar a nuestro hostel solo había que atravesar la estación, y en la siguiente manzana ya estábamos.

El hostel parecía un antiguo hotel reconvertido en alojamiento para jóvenes viajeros, eso sí, a precio de cinco estrellas casi. Nuestra habitación estaba en el último piso, al fondo del pasillo. El pasillo parecía como si estuviéramos en un crucero, era larguísimo y estrechísimo con el suelo de madera. Lo mejor del hostel es que en el piso de abajo junto a recepción, la cocina y el comedor, había un futbolín para jugar gratis. A nuestros hijos les encanta y nos daba un minuto de paz, aunque también era un foco de peleas como todo.


Pasillo interminable de nuestro hostel

Después de dejar las cosas, nos fuimos a pasar la tarde al Tivoli, un parque de atracciones de los más antiguos del mundo que está en el centro de la ciudad y al lado del hostel. Dicen que aquí se inspiró Disney para crear sus parques temáticos. La verdad es que es muy bonito y bien cuidado. Solo cogimos las entradas, sin incluir las atracciones, porque no sabíamos cómo iba a ser. Para los pequeños había bastantes cosas, pero cerraron pronto. Por suerte, había una zona de juegos, un parque infantil chulísimo, donde se lo pasaron súper bien corriendo de aquí para allá.


Entrada trasera del parque Tívoli


Nada más entrar a Tívoli


Jugando en la escalera


Paseando por el parque


Espejos deformadores

Zona infantil
 
Otra zona infantil


Lago y montaña rusa grande de fondo

Cenamos en un restaurante del parque. Pedimos un plato cada uno y dos infantiles. Estaba bueno, pero por el precio que pagamos… es el sitio más caro donde hemos comido y, a no ser que me toque la lotería, espero que sea el más caro en el que comamos en lo que nos queda de ella. Nosotros no somos muy amantes de la comida, y pagar estas cantidades, a mí personalmente, me parece casi un insulto a la humanidad. Que pedimos un schnitzel y unas albóndigas, no te vayas a pensar que era estrella Michelín. Pero bueno, estamos en Dinamarca, y era la única comida sentados tranquilos que íbamos a tener en el viaje. Por suerte, había agua de grifo, jijiji.


Cenando en el Tívoli

Dimos una vueltecita por el parque con nuestros hijos muy demandantes. Les compramos una piruleta para que dejaran de pedir por un ratito y nos fuimos a ver un espectáculo de agua y luces en el lago del Tivoli. Fue corto y no muy impresionante, pero un buen final de día.


Piruleteando


Espectáculo de agua, luces y música

Ya por fin para el hostel, hacía ya frío, por suerte solo había que atravesar la estación central y ya llegábamos. Estábamos un poco cansados, se nos hizo bastante tarde y aun así hubo tiempo para alguna pelea previa a caer dormidos... Mañana último día completo de turismo.

jueves, 14 de noviembre de 2024

Dinamarca día 3. Lego House

Amanece a las 4... En el dormitorio donde dormíamos los cinco tenía tres ventanas grandes, cada una equipada con una cortina veneciana de lamas que dejaba pasar el 99% de la luz exterior. Por suerte, estaban tan cansados que no se despertaron demasiado pronto. Y no porque estuvieran agotados por la paliza de Legoland, no... estaban cansados porque a las 23:00 de la noche seguían de juerga, pasadísimos y pesadísimos.

Menos mal que cambiamos el orden de lo que íbamos a hacer estos días, porque el día empezó soleado, pero justo antes de salir de casa, empezó a soplar un viento fortísimo y a llover a lo bestia. Cuando nos subimos al coche para comenzar el plan del día, Samu dijo: "Papá, mi silla está mojada". Yo: "A ver, hijo, ¿qué dices? Mmm pues sí, qué raro..." Miro hacia arriba y veo que el techo corredizo de nuestro odiado SUV estaba un poco abierto... suspiro de ira. Apuesto a que ha sido el niño adicto a tocar todos los botoncitos... Por suerte acababa de empezar a llover, si llega a estar lloviendo toda la noche, no me quiero imaginar cómo estaría el coche.

En el mismo pueblo que Legoland se encuentra Lego House, la casa de Lego. Llegamos y aparcamos en el parking de pago. Creo que había uno al aire libre gratis, pero no estaba cerca y diluviaba, así que ni lo buscamos.

Preparándonos para empezar el día

Ya desde fuera, el sitio promete. En la zona exterior hay unas grandes piezas de lego y una enorme escalera que imita estar construida con piezas.

Entrada Lego House 

El diseño del edificio es brutal: modernidad, minimalismo, limpieza, brillo… me encantó. Una vez atravesadas las puertas de acceso, entras en un hall supergrande. Allí hay unas máquinas donde, con tus entradas, sacas unas pulseras con un código personal para luego interactuar con las exposiciones y los juegos. Pasas unos tornos y ya estás en el mundo de Lego. Para empezar, te da la bienvenida un árbol que crece desde la planta baja hasta el techo. Tiene más de 6 millones de piezas y es la construcción de Lego más grande del mundo. Es impresionante.

Nada más llegar piezas grandes por el suelo
 
  
Árbol visto desde abajo
 
  
Árbol visto desde arriba

Empezamos por arriba. En la planta 2, hay una pequeña sala con una exposición de tres dinosaurios gigantes: uno creado con Lego Duplo, otro con Lego normal y otro con Lego Technic. También hay más esculturas creadas por diferentes artistas. Muy chulo. Aquí nos encontramos con las primeras máquinas interactivas, repartidas por todo el lugar, que te proponían cosas molonas para hacer. En esta primera, pasabas tu pulsera, te hacían una foto y la convertían en un mosaico de Lego. La foto se guardaba en tu número de pulsera y luego, en casa, podías descargarlas todas. Muy moderno, sencillo y elegante.

Dinosaurio de Lego
 
 
En la sala de exposiciones
 
 
Samu haciendo el superhéroe

Dani construido con piezas de lego 

En la planta 1 se encontraba la zona de creatividad, separada en zonas por colores en las que podías hacer diferentes actividades. Empezamos el día por la azul. En el primer punto, había que crear un coche para, en un sitio, hacer una carrera contra otros coches y, en otro, lanzarlo por una cuesta para que diera un salto y pasara por dentro de un aro. Aquí nos quedamos bastante rato; los chicos se lo pasaron genial creando coches y haciendo carreras. Había unos cajones enormes con miles de piezas de coche y ahí te ponías tranquilamente a hacer tus prototipos.

Construyendo el coche

Iniciando carrera

Foto con su prototipo

¡Qué Álex también jugó!

El siguiente punto era construir una ciudad. A partir de una base cuadrada, tenías que hacer una casa pequeñita con las piezas disponibles. Cuando terminabas, la colocabas sobre una base con proyecciones y salían muñequitos de tu casa que se movían por la ciudad.

Zona de construcción de casas
 
Construyendo casas

 
La casa construida en su sitio

Al lado de esto, había una zona de robótica. Después de esperar un ratito, pudimos entrar. Tenías los controles de un robot perforador y tenías que plantar plantas para que las abejas generaran miel en una superficie dibujada por mapping en el suelo. Dabas instrucciones a los robots: avanza, avanza, gira, agujerea, planta y riega. Luego, tenías que ir a los lagos a recargar agua cuando se te acababa. Fue un buen contacto con la robótica para los niños, muy chulo también.

Jugando con los robots

Después, pasamos a la zona verde.
El primer punto era construir tu propia minifigura. Un montón de arcones con miles de piezas de piernas, torsos, cabezas y accesorios... ¡una pasada! Muy divertido y con mucha variedad.

Un poco más adelante, había un punto algo loco: creabas un monigote en un cuadrado, con la forma y colores que quisieras, lo metías en una máquina y, en una pantalla, se transformaba en 3D y se ponía a bailar. Muy divertido.

El siguiente punto consistía en hacer flores. Lego ha sacado unas cajas de flores impresionantemente realistas. Aquí podías ponerte a crear una con el diseño que quisieras y plantarla en su jardín de flores.

Paisajes Lego por todos los lados
 
Legos bailarines
 
 
Foto con dos de mis obras de arte 
 
Más paisajes Lego

Siguiente destino: el mar. Con ladrillos simples, hacías la forma de un pez, un animal marino o lo que se te ocurriera, lo escaneabas con una de las maquinitas interactivas y se ponía a nadar en una pantalla gigante que simulaba un acuario gigante. Si querías, en lugar de destruirlo, podías colgarlo en un muro que simulaba el mar.

Creando peces de Lego 
 
Cara de pez

De verdad, todo estuvo superbién. Solo en un momento se cayó el sistema de las máquinas, pero nada... se lo perdonamos, jeje.

Parada a comer. De nuevo, sándwiches y cosillas de casa, aunque esta vez no pude resistirme y me compré unos bollos en una panadería elegante que había al lado. Muy ricos. Algo curioso de Lego House es que no venden Coca-Cola ni productos de marcas conocidas.

Ya no nos quedaba mucho más. Dimos una vuelta por la zona roja, que era para construir libremente lo que se te ocurriera, y al lado nos encontramos con una zona para construir abejas. Y ahí que nos pusimos.


Zona roja de juego

 Dani con su abeja reina

Nos quedaba pendiente en la planta sótano el museo. Pequeño, con la historia de la creación y evolución del juguete Lego y una pequeña sala con una exposición de sets montados, donde ponían de qué año eran y con la caja al lado y estaba la grúa que yo tenía de pequeño, ¡me hizo ilusión!

Entrada al museo 

Mi grúa de Lego de los años 90 
 
 
¡Dani es Kai! 
 
 
Por la tienda de Lego 

Ya para terminar la experiencia, justo antes de salir, hay una máquina que hace piezas rojas de 2x4 en vivo. Las crea a partir de bolitas de plástico y al final cae una bolsita con seis piezas rojas. Coges una y te la llevas de recuerdo. Pero no termina ahí la cosa. En la última máquina interactiva pasas tu pulsera y te crea un carnet de Lego con una combinación única para ti, con esas piezas que te han regalado. ¡Con solo esos seis bloques hay más de 900 millones de formas de combinarlas!

Con su combinación de bloques única

Y nada, nos fuimos de allí bastante contentos, después de casi siete horas en un mundo Lego creado para disfrutar. Quién lo tuviera cerca de casa... ¡tendríamos el pase anual seguro!

Ya de vuelta a nuestra luminosa casa para descansar en nuestra última noche aquí. Antes de terminar el día, fuimos al jardín de los caseros a saltar en la cama elástica y dar unos pases con una pelota. ¡Qué casa, qué pasada, qué jardín, qué vistas, qué todo, qué envidia!

Casita donde estábamos alojados 
 

Jugando en el jardín
 
Enchufe sonriente