Por fin un día sin cambiar de apartamento. No hay prisas por recoger todo y podemos desayunar tranquilamente. Hoy cambiamos la naturaleza por algo de turismo clásico, nos vamos a la costa de Eslovenia.
Para empezar decidimos ir a las salinas de Secovlje. Habíamos leído que estaban bien, y la chica del apartamento también nos recomendó ir. Tras 45 minutos de coche llegamos a una especie de control policial, que resulto ser el paso fronterizo de Eslovenia a Croacia. Una parte de las salinas, aunque sigue siendo Eslovenia, está pasado el control de documentación. Entregamos dnises y listo. Llegamos a un miniparking donde había una caseta y un señor que nos dijo que teníamos que pagar por verlas. Tras un momento de dudas porque eran 7€ por persona, decidimos pagar ya que habíamos llegado hasta allí. Esta zona es la parte de la salina que ya está en desuso, por lo tanto no había mucho que ver... Un paseito por unas pasarelas y al coche a ver la otra parte.
Foto en las pasarelas
Madre e hijo
La otra zona prometía más, ya que ahí si que siguen haciendo sal. Nos esperábamos zona de agua salada, otras de sal ya casi seca, montañas de sal por todas partes... pero nada de nada. Lo único que había eran piscinas con agua. Pero bueno, nos dimos el paseo buscando a ver si había alguna zona más bonita y lo mismo, a
nada de nada. Parece ser que la recogida de la sal es en verano, entonces ahora pues no hay nada, solo las diferentes zonas donde va sucediendo todo el proceso de evaporación y cristalización de la sal llenas de agua. Un poco fracaso la verdad. Así que nos tomamos una cervecita y al siguiente destino.
Camino hacia las salinas
Zonas encharcadas de las salinas
Otras piscinas diferentes
A continuación fuimos a visitar Piran, un pueblo en la pequeña zona de costa eslovena. No tiene playa, pero es muy bonito la verdad. Para llegar, aparcamos en un parking disuasorio que está a 15 minutos del pueblo y que tiene un autobús gratuito que te lleva al centro. Así que allí que aparcamos y cogimos el bus.
El autobús te deja en la plaza central, una plaza ovalada de estilo muy italiano, muy bonita. Lo primero que hicimos fue ir a comer. Fuimos a un restaurante que miré por internet y que recomendaba la guía que se llamaba Fritolin pri Cantini, fritanguín para nosotros. Restaurante de fritanga de pescado, como su propio nombre indica. Calidad media, precio, caro para la calidad. La comida sigue siendo sosa y sin gracia. Tomamos un
pulpo que fácilmente podría ser de plástico y no por que estuviera duro, no, era por el sabor, sabor a nada, inquietante. De postre nos tomamos unos helados en una heladería, y de nuevo un poco insípidos. Yo ya no se si somos nosotros o aquí algo pasa con la comida. En este punto la furia de Samu empieza a salir de sus adentros y decidimos dar un paseo a ver si se dormía. Las calles son como empedradas, pero empedradas a lo bestia. Son como cantos rodaos de medio metro por medio metro con enormes huecos entre piedra y piedra, donde circular con el carrito de bebe era casi imposible. Así que, nos toca cargar con el carro, con Samu y con las mil cosas que echamos siempre en la cesta de debajo.
Plaza de Piran
Comiendo en el fritanguín
Paseando por Piran
Subiendo a la iglesia
Como siempre en nuestros viajes, si hay una torre edificio o iglesia donde subir allí que vamos. En este caso la torre del campanario. Se quedan abajo Laura y el furias, que se había quedado dormido.
La subida son las típicas escaleras de madera que parecen que no van a aguantar, estrechas, desgastadas y crujientes. No es muy alta, así que no tardamos nada. Las vistas merecen la pena, se ve todo el pueblo y el mar Adriático, muy bonito la verdad. Cuidado si alguna vez subís que tocan las campanas cada cuarto de hora... Vaya sustaco nos metimos a y cuarto jeje.
Zona del faro
Zona alta del pueblo
La plaza desde arriba
Panorámica del Adriático
Cuando bajamos Samu se había despertado. Estaba en un estado entre hiperactivo y sobado, feliz y lloroso, mimoso y odioso.., En resumen insoportable. Un poco de carro, un poco de mochila, un mucho de brazos y seguía igual. Así que decidimos ir por el paseo marítimo hasta el parking andando y dar por terminada la visita a Piran. Ya estaba anocheciendo y estaba muy bonito la verdad.
Familia con Piran de fondo
El furias ya feliz
El fondo anocheciendo
Puerto de Piran
Como ya era noche cerrada y solo las 17:30, nos fuimos a un centro comercial a hacer la compra para la cena y un par de cosillas de ropa para Samu y para Silvia en una tienda muy chula.
Hoy ha sido un día de turismo normal, que después de los dos días anteriores te deja con ganas de más. Teníamos que habernos quedado más tiempo en la zona de los lagos. Pero bueno, esto también ha estado bien, pero es que claro, veníamos del top de Eslovenia y hay mucha diferencia.
Mañana un par de paradas hasta llegar a la capital Liubliaba y visita a la ciudad.
PD: Samu al final se durmió por fin en la furgo de vuelta al apartamento, el pobre está hiperestimulado.