Por fin parece que el jet lag va pasando. Hoy ha ganado Samu, cómo no, a las 6:00. Yo, la verdad, es que estaba ya despierto hacía un buen rato. Como nos dormimos pronto y yo normalmente no duermo mucho, pues me despierto pronto, claro.
Como Dani y Álex se han levantado más tarde, hemos bajado al desayuno a última hora y estaba llenísimo. Con lo bien que se estaba a las seis de la mañana estos días… Si mañana Samu se despierta pronto, nos bajamos a desayunar y ya, cuando se levante el resto, pues volvemos a bajar, jeje.
Hoy era el día de los ferrys. El primero, para llegar a la estación de ferrys de Nueva Jersey hacia la Estatua de la Libertad. Desde el hotel es un paseíto agradable de 15 minutos por un barrio muy chulo. No me importaría vivir por aquí. Este es el ferry que el primer día no pudimos coger, que ya parece que había vuelto a funcionar. Era un recorrido de 2 minutos que te cruza de un lado a otro de un embarcadero; es ridículo, pero si no, hay que dar un rodeo enorme o ir en coche. Casi no da tiempo ni a pagar.
Una vez al otro lado, hay que dirigirse hacia la entrada de una antigua estación de tren que es ahora la zona de venta de billetes y de acceso a los ferrys. Se llega por un paseo junto al río Hudson muy agradable, con vistas a Jersey City y a Manhattan. Al final de este hay otro monumento dedicado a las víctimas del 11-S.
Segundo ferry, con destino a Ellis Island. Esta isla se encuentra al lado de la de la Estatua de la Libertad. Ahora es el Museo de la Inmigración, pero en el pasado fue la isla donde desembarcaban todos los inmigrantes que querían entrar en Estados Unidos. Allí se hacía la criba de quién podía entrar y se pasaban controles médicos. El museo tenía muchas partes cerradas y los paneles tenían muchísimo texto, daba pereza, la verdad. Es un lugar especial, pero si repitiera la visita, ni me bajaba del ferry, la verdad.
Cuarto ferry a Manhattan. Aunque hubiéramos cogido el ferry en Nueva Jersey, puedes volver donde quieras, y como íbamos a seguir con el día de turismo, fuimos a Manhattan, más concretamente a Battery Park. Desembarcamos y directos a comer. Pasamos por una zona de comida y paramos; resulta que era como un biergarten alemán y ahí nos quedamos. Justo al lado había un parque donde estos se lo han pasado genial tirándose por los toboganes. Unos toboganes de piedra, como de mármol, súper chulos.
Último ferry a Brooklyn. Un paseo hasta otra parada de ferry y rumbo a Dumbo, la zona de Brooklyn más turística. Estaba todo llenísimo. Lo único que hicimos fue dar una vueltecita, subir a una terraza y comernos un helado. Las ganas y las fuerzas empezaban a flojear.
Para volver decidimos cruzar el puente de Brooklyn andando. A pesar de que es un buen paseo, merece mucho la pena. Las vistas son impresionantes. Eso sí, es como una manifestación: no puedes hacer otra cosa que andar para adelante o te engulle la multitud.
Y ya, para terminar, volvimos a pasar por el World Trade Center a ver el memorial del 11-S y a coger el tren en el Oculus, comprar algo de cena, fruta y leche, y al hotel a ducharse, cenar y a dormir. Bueno, y también un poco de tablet con el abuelo con su consecuente rabieta al terminar…
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